La economía global se encuentra en un momento crítico, marcado por la incertidumbre y la volatilidad en los mercados financieros. En solo 45 días, Wall Street ha experimentado una caída drástica, borrando las ganancias acumuladas durante un año. Este desplome, que ha llevado a una pérdida de 9,5 billones de dólares en capitalización, ha sido impulsado por la amenaza de nuevos aranceles impuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La situación se ha vuelto alarmante, con el índice Dow Jones cayendo más del 20% desde sus máximos históricos. La reacción de los mercados ha sido inmediata y severa, afectando no solo a las bolsas estadounidenses, sino también a las de Asia y Europa. En Hong Kong, por ejemplo, se registró una caída del 13%, la más significativa desde 1997, mientras que el índice Nikkei de Japón se desplomó un 7,8%. Las bolsas europeas no se quedaron atrás, abriendo con caídas superiores al 5%.
La política arancelaria de Trump ha generado un clima de pánico entre los inversores. En un contexto donde el arancel promedio efectivo aplicado a las importaciones en EE.UU. es casi diez veces mayor que antes de su elección, las voces críticas comienzan a alzarse. Analistas y economistas advierten que el impacto de estas restricciones comerciales será inmediato, mientras que cualquier medida de estímulo fiscal tardará en mostrar resultados positivos.
La amenaza de Trump de aumentar los aranceles a China al 104% ha encendido aún más la tensión en los mercados. A pesar de que algunos rumores sugirieron que las tarifas podrían suspenderse temporalmente, la realidad es que la incertidumbre persiste. Los operadores en Wall Street se enfrentan a un escenario de alta volatilidad, con el índice de volatilidad Vix alcanzando niveles de crisis.
En este contexto, las grandes empresas tecnológicas, que representan una parte significativa de las ventas en el extranjero, han sido particularmente afectadas. Las caídas en sus acciones han contribuido al descenso general del mercado, y la pregunta que todos se hacen es si los aranceles se mantendrán y por cuánto tiempo.
Un dato relevante es que, en 2024, el 62% de los adultos en EE.UU. tenían inversiones en el mercado de valores, lo que implica que una gran parte de la población está directamente afectada por estas fluctuaciones. Sin embargo, la concentración de la riqueza es notable, ya que el 1% más rico posee más del 50% de las acciones. Esto plantea interrogantes sobre cómo la política económica de Trump impactará tanto a los inversores adinerados como a la clase media.
Las voces críticas no se han hecho esperar. Desde Bill Ackman, quien ha señalado que algunos funcionarios se benefician mientras la economía se desploma, hasta Jamie Dimon de JP Morgan, que advierte sobre el aumento de la inflación y la disminución del crecimiento, el descontento es palpable. Larry Fink, de BlackRock, también ha expresado su preocupación por la falta de mano de obra en EE.UU. para sostener la industria manufacturera que Trump desea revitalizar.
Aline Goupil-Raguénès, estratega de Ostrum AM, considera poco probable que los aranceles se reduzcan rápidamente, ya que Trump parece decidido a mantenerlos altos para atraer inversiones extranjeras. En contraste, Jesús Sánchez Quiñones de Renta 4 sugiere que los aranceles son herramientas de negociación más que medidas económicas permanentes.
Mientras tanto, el único inversor que parece beneficiarse de esta situación es Warren Buffett, quien anticipó el desplome y se deshizo de muchas acciones en otoño. Su perspectiva sobre los aranceles como un «acto de guerra» resuena en un clima de creciente tensión económica.
La situación actual en Wall Street es un reflejo de las complejidades de la política económica de Trump y sus repercusiones en los mercados globales. Con cada día que pasa, la incertidumbre se intensifica, y los inversores se preparan para un futuro incierto, donde las decisiones políticas pueden tener un impacto significativo en sus carteras.