Las vacaciones de Semana Santa representan una oportunidad única para que las familias se reencuentren y disfruten de un merecido descanso tras meses de trabajo y rutina. Sin embargo, la psicóloga Rocío Rengifo advierte que este tiempo de desconexión no debe convertirse en un periodo de descontrol total, especialmente para los niños. La clave está en encontrar un equilibrio entre el descanso y la estructura, asegurando que los pequeños no solo se diviertan, sino que también aprendan a gestionar sus responsabilidades.
La importancia de la estructura
Rengifo enfatiza que, aunque es fundamental romper con la rutina, esto no significa eliminar por completo los límites. Los niños necesitan una estructura, aunque sea más flexible que la habitual. Modificar horarios es aceptable, pero mantener un cierto orden ayuda a reducir conflictos y mejora la convivencia familiar. «Romper la rutina no es el problema, el problema es perder totalmente el sentido de los límites», afirma la psicóloga.
Responsabilidad y consecuencias
Uno de los aspectos más complicados durante las vacaciones es cómo manejar el rendimiento escolar de los niños. Rengifo sugiere que, si un niño no ha alcanzado sus objetivos académicos, es importante que asuma la responsabilidad de su esfuerzo. Esto no implica castigar, sino enseñar que cada acción tiene una consecuencia. Por lo tanto, incluso en vacaciones, es recomendable dedicar tiempo al estudio antes de disfrutar de actividades recreativas.
Para aquellos niños que sí han aprobado, Rengifo aclara que esto no debe ser una carta blanca para hacer lo que quieran. Aprobar es cumplir con su obligación, y aunque se puede relajar el ritmo, las normas deben mantenerse. Esto no solo beneficia a los padres, sino que también ayuda a los niños a desarrollar habilidades de organización y responsabilidad.
El desafío de las pantallas
Otro tema recurrente en las vacaciones son las pantallas. Los niños y adolescentes tienden a cambiar su ciclo de sueño, pasando más horas frente a consolas y dispositivos móviles. Rengifo advierte que esto puede afectar su estado de ánimo y su conexión con la realidad, lo que a su vez puede perjudicar los vínculos familiares. «Dormir mal, estar más irritable y perder el contacto con la realidad se vuelve una rutina, y una rutina nada saludable», explica.
La verdadera esencia de las vacaciones
Rengifo sostiene que las vacaciones perfectas no son aquellas que se llenan de actividades o que se documentan en un álbum de fotos. La verdadera esencia de este tiempo es fortalecer el vínculo emocional con los hijos. «Un niño no recordará cuántos pueblos visitó, sino si su madre estaba siempre enfadada o si se rieron juntos», resume la psicóloga. El tiempo de calidad es lo único que perdura cuando los días pasan.
La crianza de futuros adultos
La psicóloga también reflexiona sobre la importancia de educar a los niños para que se conviertan en adultos responsables y motivados. Si hoy se premia la pasividad y la desorganización, mañana se corre el riesgo de criar jóvenes desmotivados y sin objetivos claros. El descanso es vital, pero también lo es enseñarles que en la vida hay momentos para todo: para el juego, para el esfuerzo y, sobre todo, para aprender que las vacaciones son una oportunidad para educar desde una perspectiva diferente.
La clave está en el equilibrio
Encontrar un punto intermedio entre el descanso y la conexión emocional es esencial. Rengifo aconseja que, durante las vacaciones, los padres deben bajar el ritmo y disfrutar de esos días juntos, creando recuerdos que perduren en el tiempo. La relación con los hijos se fortalece cuando se comparten experiencias significativas, sin distracciones y con un enfoque en la calidad del tiempo juntos.
En resumen, las vacaciones de Semana Santa son una excelente oportunidad para que las familias se reconecten, pero es fundamental mantener un equilibrio entre el descanso y la estructura. Esto no solo beneficiará a los niños en su desarrollo personal, sino que también contribuirá a crear recuerdos duraderos y significativos en la vida familiar.