En un contexto de creciente crisis de vivienda, los sindicatos de inquilinos han convocado manifestaciones en 40 ciudades de España para exigir medidas urgentes que aborden el problema del acceso a la vivienda. Este movimiento surge como respuesta a un aumento significativo en los precios de alquiler, que han crecido casi un 40% desde 2015, mientras que los salarios no han seguido el mismo ritmo. La situación ha llevado a que cerca de 1,4 millones de hogares destinen más del 30% de sus ingresos al pago del alquiler, lo que representa un aumento de 200,000 familias en comparación con hace una década.
Las manifestaciones, programadas para el 5 de abril, abarcarán desde ciudades como Coruña y Málaga hasta Barcelona y Cádiz. El portavoz del sindicato en Madrid, Fernando de los Santos, ha enfatizado que el objetivo es que los inquilinos no enfrenten el conflicto del alquiler de manera aislada, sino que se organicen y apoyen mutuamente. Esta movilización se considera un signo de la creciente fuerza del movimiento por el derecho a la vivienda, que busca unificar las protestas que han surgido en diferentes regiones del país.
La crisis de vivienda en España no es un fenómeno aislado. En Madrid, por ejemplo, se han llevado a cabo protestas masivas en los últimos meses, con miles de personas exigiendo una reducción del 50% en los precios de alquiler. En noviembre, 170,000 personas se manifestaron en Barcelona, mientras que en otras ciudades como Bilbao y Málaga, los colectivos han denunciado cómo el turismo masivo está expulsando a los residentes locales.
El Gobierno, por su parte, ha sido criticado por su falta de acción efectiva. Aunque ha prometido un futuro parque público de viviendas y ha implementado bonificaciones fiscales para los arrendadores, muchos consideran que estas medidas son insuficientes. La ministra de Vivienda ha reconocido que no existen soluciones mágicas para un problema tan complejo, pero ha asegurado que el Gobierno está comprometido a dedicar todos los recursos necesarios para garantizar el acceso a una vivienda digna.
A pesar de las promesas gubernamentales, los datos sobre desahucios son alarmantes. En 2024, se registró un aumento del 3.4% en los desahucios, con 27,564 familias quedándose sin hogar, a pesar de la moratoria antidesahucios que se implementó durante la pandemia. La mayoría de estos desahucios se deben a procedimientos relacionados con arrendamientos, lo que pone de manifiesto la urgencia de abordar la crisis de vivienda.
Además, la proliferación de pisos turísticos ha exacerbado la situación. En Madrid, se han identificado cerca de 15,000 pisos turísticos sin licencia, y en ciudades como Ibiza y Málaga, los alcaldes han anunciado moratorias para frenar la concesión de nuevas licencias turísticas. Esta situación ha llevado a que los sindicatos de inquilinos exijan la recuperación de viviendas que han sido «secuestradas» por fondos buitre y la regulación de los alquileres de temporada, que a menudo evaden las protecciones legales para los inquilinos.
El movimiento por el derecho a la vivienda ha crecido en los últimos meses, con un aumento del 25% en la afiliación a los sindicatos de inquilinos en Barcelona. Estos grupos han organizado huelgas de alquiler y han logrado victorias significativas, como la compra de la Casa Orsola por parte del Ayuntamiento de Barcelona para destinarla a vivienda social. Sin embargo, los líderes del movimiento advierten que la lucha está lejos de terminar y que es crucial que las instituciones presten atención a las demandas de la ciudadanía.
La manifestación del 5 de abril se presenta como una oportunidad para que los inquilinos de todo el país se unan en una sola voz, exigiendo que la vivienda deje de ser un negocio y se reconozca como un derecho fundamental. Con el lema «Acabemos con el negocio de la vivienda», los organizadores esperan que esta movilización marque un punto de inflexión en la lucha por el acceso a una vivienda digna en España.