En un contexto internacional marcado por la tensión entre Rusia y Occidente, el buque escuela ruso Kruzenshtern ha hecho escala en el puerto de Agadir, Marruecos. Este velero, que transporta a más de 140 cadetes de diversas nacionalidades, ha sido recibido sin que la invasión de Ucrania haya influido en su permiso de atraque. Este hecho resalta la complejidad de las relaciones internacionales actuales, donde algunos países mantienen lazos con Moscú a pesar de las sanciones impuestas por la comunidad internacional.
El Kruzenshtern, uno de los veleros más grandes del mundo, ha recorrido más de dos mil millas náuticas en su travesía hacia Sudáfrica. Durante su parada en Marruecos, el barco busca reabastecerse de agua y alimentos, lo que pone de manifiesto la importancia de las rutas marítimas y la cooperación entre naciones, incluso en tiempos de conflicto.
Marruecos, que ha cultivado relaciones con Rusia desde antes del conflicto en Ucrania, se encuentra en una posición estratégica. A pesar del cerco diplomático que enfrentan los rusos por parte de muchos países occidentales, Marruecos ha optado por mantener abiertas las puertas a la cooperación. Este acercamiento se refleja en la llegada del Kruzenshtern, que incluye cadetes de países como Cuba, Egipto y Kazajstán, todos ellos con vínculos históricos y actuales con Moscú.
El buque, que fue construido en 1926 y ha sido utilizado como escuela desde la década de 1960, es un símbolo de la tradición marítima rusa. Su diseño distintivo y su historia rica lo convierten en un atractivo tanto para los cadetes como para los entusiastas de la navegación. La tripulación del Kruzenshtern, compuesta por 56 personas, tiene la responsabilidad de formar a los jóvenes cadetes en las artes de la navegación y la vida en el mar.
La llegada del Kruzenshtern a Marruecos se produce en un momento en que las relaciones entre España y Marruecos están en un proceso de redefinición. En 2022, ambos países acordaron abrir una nueva página en sus relaciones, lo que incluye la discusión sobre la delimitación de aguas territoriales en la fachada atlántica. Este tema es especialmente delicado, ya que las leyes marinas de Marruecos chocan con las reclamaciones de España sobre las aguas cercanas a las Islas Canarias.
La situación en el Sáhara Occidental también complica las relaciones entre Marruecos y España. La ONU considera este territorio como no autónomo, mientras que Marruecos lo reclama como parte de su soberanía. Este conflicto territorial añade una capa de complejidad a las negociaciones entre ambos países, que aún no han logrado llegar a un acuerdo claro sobre la delimitación de sus aguas.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan estos acontecimientos. La postura de Marruecos de permitir el atraque del Kruzenshtern podría interpretarse como un acto de desafío hacia las sanciones impuestas a Rusia, así como una reafirmación de sus propias políticas exteriores. Este tipo de decisiones puede tener repercusiones en las relaciones diplomáticas de Marruecos con otros países, especialmente aquellos que han tomado una postura firme contra la invasión rusa.
En el ámbito económico, la situación también es tensa. Las sanciones a Rusia han afectado a las economías de muchos países, y la búsqueda de alternativas comerciales se ha vuelto crucial. Marruecos, al mantener relaciones con Rusia, podría estar buscando diversificar sus socios comerciales y asegurar su propio crecimiento económico en un entorno global incierto.
El Kruzenshtern, con su rica historia y su papel educativo, se convierte en un símbolo de las complejas interacciones entre naciones en un mundo cada vez más polarizado. A medida que avanza su viaje hacia Sudáfrica, la atención se centrará en cómo este tipo de encuentros marítimos influirán en las relaciones internacionales y en la percepción de la cooperación entre países en tiempos de crisis.