En medio de un conflicto que parece no tener fin, Jerusalén se presenta como un microcosmos de resistencia y adaptación. La ciudad, considerada sagrada por tres religiones, se encuentra en el epicentro de tensiones geopolíticas que han marcado su historia. A pesar de la violencia y la incertidumbre, los habitantes de Jerusalén, especialmente aquellos en la parte árabe, continúan con sus vidas, buscando la normalidad en un entorno marcado por la guerra.
La vida cotidiana en Jerusalén Este
Aya, una joven palestina de 23 años, regenta un café en Jerusalén Este junto a sus dos hermanas. En su establecimiento, un pequeño grupo de clientes juega a las cartas y disfruta de un café turco, mientras las alarmas antiaéreas resuenan en la distancia. «Si estas casas han aguantado dos mil años, aguantarán esta guerra», afirma con determinación. La resiliencia de los habitantes es palpable, a pesar de la amenaza constante que representan los misiles lanzados desde Irán, que han cobrado la vida de civiles en diversas ciudades israelíes.
La situación en Jerusalén es compleja. La mayoría de los comercios y oficinas no esenciales han cerrado, y muchos residentes se han visto obligados a buscar refugio en lugares más seguros. Sin embargo, la calle Salah Al-Din, una de las principales arterias de la parte árabe de la ciudad, sigue vibrante. Imad, un librero, atiende a sus clientes mientras comparte la angustia de la situación actual. «Los misiles no tienen ojos, ni oídos, ni cerebro. Podrían caer por error en Jerusalén también», dice, reflejando el miedo que acompaña a la cotidianidad de los habitantes.
La Librería Educacional, donde trabaja Imad, se ha convertido en un símbolo de resistencia cultural. Especializada en historia y estudios de Palestina, su espacio fue objeto de atención internacional tras un allanamiento por parte de la policía israelí, que buscaba incitaciones al terrorismo. Este tipo de incidentes subraya la tensión entre la libertad de expresión y la seguridad en un contexto de conflicto prolongado.
La percepción del conflicto
A medida que la guerra en Gaza continúa, el conflicto con los palestinos ha sido eclipsado por la confrontación entre Israel e Irán. La violencia en Gaza ha dejado un saldo devastador, con cientos de muertos en un corto período. Sin embargo, la perspectiva de los habitantes de Jerusalén es diversa. Imad, el librero, expresa que, a pesar de la tragedia, siente que por primera vez los israelíes están sufriendo de manera significativa. Esta observación revela una complejidad en la percepción del conflicto, donde el sufrimiento no es exclusivo de un solo grupo.
El temor a una escalada del conflicto es palpable. Imad reconoce que, aunque no desean que nadie use armas nucleares, existe un sentimiento generalizado de que Irán debería actuar. Sin embargo, también señala que la lucha de Irán ya no es por los palestinos, sino por sus propios intereses. Esta reflexión pone de manifiesto la intrincada red de alianzas y rivalidades que caracterizan la política en Oriente Medio.
La vida en la ciudad antigua
Dentro de las murallas de la ciudad antigua de Jerusalén, la vida ha cambiado drásticamente. Las tiendas de souvenirs permanecen cerradas, y el emblemático Hospicio Austriaco, ubicado a pocos minutos del Santo Sepulcro, ha cerrado sus puertas. La presencia militar israelí es notable, con soldados custodiando las entradas y salidas, restringiendo el acceso solo a los residentes. Esta situación ha transformado la dinámica de la ciudad, donde la seguridad se ha convertido en una prioridad, pero a costa de la vida cotidiana.
Mientras tanto, en la parte israelí de la ciudad, los judíos ultraortodoxos continúan con sus rituales, confiando en la protección divina. La vida sigue su curso, aunque con un trasfondo de incertidumbre y miedo. Una familia, al caminar por las calles, mira al cielo con preocupación, acelerando el paso ante la posibilidad de un ataque. Este comportamiento refleja la ansiedad que permea la vida diaria en Jerusalén, donde la amenaza de la violencia es una constante.
La resiliencia de los habitantes de Jerusalén es un testimonio de su capacidad para adaptarse a circunstancias adversas. A pesar de la guerra y la incertidumbre, la vida continúa, y los residentes buscan mantener su identidad cultural y su sentido de comunidad. En un contexto donde la violencia y la política parecen dominar, la historia de Aya, Imad y otros habitantes de Jerusalén nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza y la resistencia pueden florecer.