La reciente decisión de la pedanía malagueña de Villafranco del Guadalhorce de cambiar su nombre a Villa del Guadalhorce marca un hito en la lucha por la memoria democrática en España. Sin embargo, este cambio resalta la existencia de otros seis pueblos que aún mantienen nombres vinculados al régimen franquista, lo que plantea interrogantes sobre la aplicación de la ley de memoria democrática aprobada en 2022. Estos pueblos son Llanos del Caudillo en Ciudad Real, Alberche del Caudillo en Toledo, Villafranco del Guadiana en Badajoz, Alcocero de Mola en Burgos, Quintanilla de Onésimo en Valladolid y San Leonardo de Yagüe en Soria. Cada uno de estos nombres está asociado a figuras clave del franquismo, como el dictador Francisco Franco y otros militares y políticos que jugaron un papel importante en la historia de España durante y después de la Guerra Civil.
La ley de memoria democrática establece que los topónimos que hagan referencia a personajes o eventos relacionados con la dictadura deben ser eliminados. Sin embargo, a pesar de la existencia de esta normativa, la falta de acción por parte de los ayuntamientos de estos pueblos ha generado críticas. Eduardo Ranz, abogado especializado en memoria democrática, ha denunciado que ninguno de estos municipios ha sido sancionado por incumplir la ley, lo que pone de manifiesto una falta de voluntad política para abordar este tema. Ranz ha presentado más de 50 instancias y ha llevado a cabo acciones judiciales contra más de cien ayuntamientos por mantener simbología franquista, pero hasta ahora no ha habido avances significativos.
### La Ley de Memoria Democrática y sus Implicaciones
La ley de memoria democrática, aprobada en 2022, tiene como objetivo eliminar los vestigios del franquismo en la sociedad española. Esta normativa no solo se refiere a la eliminación de nombres de calles y plazas, sino que también abarca la retirada de símbolos y monumentos que glorifiquen la dictadura. Según la ley, las administraciones públicas tienen la responsabilidad de adoptar medidas para retirar estos elementos, y el incumplimiento puede conllevar sanciones económicas que van desde 200 hasta 10.000 euros.
A pesar de la claridad de la ley, la implementación ha sido lenta. La Secretaría de Estado de Memoria Democrática ha indicado que se está trabajando en un catálogo de símbolos y elementos contrarios a la memoria democrática, que deberá ser aprobado por el Consejo de Estado y el Consejo de Ministros. Este catálogo es fundamental para que se puedan tomar acciones concretas contra los municipios que incumplen la ley. Sin embargo, la falta de un catálogo aprobado no debería ser una excusa para que los ayuntamientos no actúen, ya que algunos municipios han tomado la iniciativa de cambiar nombres sin esperar a la normativa estatal.
La situación actual de los seis pueblos con nombres franquistas refleja una falta de compromiso por parte de sus administraciones locales. En muchos casos, los concejos no consideran prioritario el cambio de nombre, lo que perpetúa una herencia histórica que muchos ciudadanos desean dejar atrás. La única excepción es Alberche del Caudillo, que había iniciado trámites para cambiar su nombre, pero que se detuvo a la espera del catálogo estatal.
### La Resistencia al Cambio y el Futuro de la Memoria Histórica
La resistencia al cambio en estos pueblos no solo se debe a la falta de voluntad política, sino también a la percepción de que estos nombres forman parte de la identidad local. Para muchos, cambiar un nombre que ha perdurado durante décadas puede parecer un ataque a la historia del lugar. Sin embargo, es crucial entender que la memoria histórica no se trata solo de recordar el pasado, sino de construir un futuro en el que todos los ciudadanos se sientan representados y respetados.
El cambio de nombre de Villafranco del Guadalhorce es un paso positivo, pero también un recordatorio de que aún queda mucho por hacer. La ley de memoria democrática establece plazos y sanciones, y es responsabilidad del Gobierno y de las administraciones locales cumplir con estas obligaciones. La falta de acción no solo perpetúa la memoria de un régimen opresor, sino que también ignora las demandas de una sociedad que busca sanar las heridas del pasado.
La lucha por la memoria democrática en España es un proceso en curso que requiere la participación activa de todos los sectores de la sociedad. La presión de los ciudadanos, junto con la acción decidida de los gobiernos locales y nacionales, es esencial para avanzar hacia un futuro en el que la memoria histórica se gestione de manera justa y equitativa. La eliminación de nombres y símbolos franquistas no solo es una cuestión legal, sino también un acto de reconocimiento y respeto hacia las víctimas de la dictadura y sus familias. A medida que más pueblos como Villa del Guadalhorce tomen la iniciativa de cambiar sus nombres, se enviará un mensaje claro de que España está lista para enfrentar su pasado y construir un futuro más inclusivo.