La relación que tenemos con nuestras madres puede tener un impacto profundo en cómo nos percibimos a nosotros mismos y en nuestras interacciones con los demás. La psicóloga Paula Orell ha abordado este tema en sus redes sociales, destacando la importancia de reconocer los patrones que aprendemos de manera inconsciente a lo largo de nuestra vida. En uno de sus recientes vídeos, Orell afirma que la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos está fuertemente influenciada por la relación que tuvimos con nuestras madres. Esta afirmación puede sonar contundente, pero es un punto de partida para explorar cómo nuestras experiencias infantiles moldean nuestra autoestima y nuestras relaciones en la adultez.
La psicóloga relata una conversación que tuvo con una de sus pacientes, quien se describía como extremadamente exigente consigo misma. A pesar de que su madre le aconsejaba no ser tan dura, la paciente no podía evitar sentirse así. Orell le hizo una pregunta crucial: «¿Cómo es tu madre consigo misma?» La respuesta fue reveladora: la madre también era muy exigente. Esto llevó a la psicóloga a explicar que, aunque las palabras pueden ser un mensaje directo, las acciones y comportamientos son a menudo más poderosos y pueden influir en nosotros de maneras que no siempre reconocemos.
### La Comunicación No Verbal y los Patrones Inconscientes
La comunicación no verbal juega un papel fundamental en la formación de nuestra identidad y autoestima. Desde una edad temprana, observamos y absorbemos las actitudes y comportamientos de nuestras figuras parentales. Aunque una madre pueda verbalizar que no quiere que su hijo sea exigente, si ella misma se comporta de esa manera, es probable que el niño adopte esos mismos patrones. Orell enfatiza que, en la infancia, los niños no tienen la capacidad de cuestionar o analizar estos comportamientos; simplemente los imitan. Esto puede llevar a una internalización de expectativas poco realistas y a una autoexigencia que puede resultar perjudicial en la vida adulta.
La psicóloga también señala que es esencial reflexionar sobre lo que nos molesta de nuestras madres. A menudo, lo que criticamos en ellas puede ser un reflejo de lo que también hacemos o de lo que no permitimos en nosotros mismos. Este proceso de autoexamen es crucial para romper ciclos de comportamiento que no deseamos repetir. Orell sugiere que, al trabajar en la relación con nuestras madres, podemos liberarnos de patrones dañinos y construir una relación más saludable con nosotros mismos.
### La Sanación de la Relación Materna
Sanar la relación con la madre no solo implica entender y aceptar sus imperfecciones, sino también reconocer cómo estas han influido en nuestra vida. Orell argumenta que cuanto más trabajemos en esta relación, más libres seremos de repetir patrones que no queremos. Este proceso puede incluir la terapia, la auto-reflexión y la comunicación abierta con nuestras madres, si es posible. A través de este trabajo, podemos aprender a vernos a nosotros mismos con más compasión y menos juicio.
La psicóloga también menciona que la relación con la madre puede ser un espejo de cómo nos tratamos a nosotros mismos. Si hemos crecido en un ambiente donde la autoexigencia era la norma, es probable que llevemos esos mismos estándares a nuestra vida adulta. Por lo tanto, es fundamental cuestionar y desafiar esas creencias limitantes. La sanación de la relación con la madre puede ser un camino hacia la autoaceptación y la construcción de una autoestima más saludable.
La influencia de la madre en nuestra vida es innegable, y reconocer esto puede ser el primer paso hacia una vida más plena y auténtica. La psicología moderna nos invita a explorar estas dinámicas familiares y a trabajar en nuestra relación con nosotros mismos, lo que puede llevar a una transformación significativa en nuestras vidas. Al final, la clave está en entender que, aunque no podemos cambiar el pasado, sí podemos elegir cómo queremos vivir en el presente y qué patrones deseamos dejar atrás.