La imagen de Donald Trump se ha convertido en un símbolo en Jerusalén, donde un cartel lo presenta como la reencarnación de Ciro el Grande, el emperador persa que permitió el regreso de los judíos a su tierra. Esta representación no es casual, ya que muchos israelíes ven en el presidente de Estados Unidos a un líder que ha jugado un papel crucial en la política de la región. En medio de un contexto de tensiones y conflictos, Trump ha logrado orquestar un acuerdo de alto el fuego entre Tel Aviv y Hamas, y ahora busca extender su influencia en Arabia Saudí, con la esperanza de reactivar los acuerdos de Abraham.
La Casa Blanca considera que la tregua en Gaza es una oportunidad para redefinir las alianzas en Oriente Medio. Desde el estallido de la guerra en la franja, el diálogo entre los países árabes e Israel se había congelado, pero la reciente calma ha abierto una puerta para la negociación. Trump ha afirmado que los esfuerzos de su administración han logrado “neutralizar” la amenaza nuclear de Irán, un actor clave en la región y aliado de Hamas, Hizbulah y los hutíes en Yemen. Sin embargo, la normalización de relaciones entre Arabia Saudí e Israel no será sencilla, ya que los saudíes han impuesto como condición la creación de un Estado palestino.
### La Condición Saudí para la Normalización
La propuesta de normalización de relaciones entre Arabia Saudí e Israel está condicionada a la creación de un Estado palestino. Esta idea fue parte de un plan de 20 puntos que Trump y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, discutieron anteriormente. A pesar de la disposición de Trump para avanzar en este proceso, la realidad en el terreno es compleja. Una encuesta realizada por un centro de estudios proisraelí en Estados Unidos reveló que el 81% de los saudíes se opone a la normalización de relaciones con Israel, lo que refleja la resistencia popular a este tipo de acuerdos.
El documento que establece las condiciones para la normalización menciona que, mientras se avance en la reconstrucción de Gaza y se implemente un programa de reforma de la Autoridad Palestina de buena fe, podrían surgir las condiciones necesarias para un camino hacia la autodeterminación del pueblo palestino. Sin embargo, el acuerdo alcanzado en Sharm el Sheij para poner fin al bombardeo y el retorno de los rehenes israelíes no aborda el futuro de Gaza ni el estatus de Palestina, lo que deja muchas preguntas sin respuesta.
El primer ministro israelí, Netanyahu, ha manifestado su oposición a la creación de dos estados, lo que complica aún más la situación. La visión de un “Gran Israel” que promueve Netanyahu ha sido criticada por los países árabes y musulmanes, que ven en ella una amenaza a la paz en la región. A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos por mediar en el conflicto, el presidente sirio, Ahmed el Sharaa, ha dejado claro que no está dispuesto a establecer un acuerdo con Israel en este momento, a pesar de que ha acogido positivamente los intentos de Washington por mejorar su situación internacional.
### La Visión de Trump y el Futuro de Oriente Medio
Trump ha calificado el acuerdo con Hamas como un “milagro” y ha expresado su optimismo sobre la posibilidad de que otros países sigan el ejemplo de los acuerdos de Abraham, que durante su mandato llevaron a la normalización de relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos. En su discurso, el presidente estadounidense ha enfatizado que estos acuerdos son fundamentales para lograr una paz duradera en Oriente Medio.
El enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, ha mantenido una postura optimista sobre la “expansión seria” de los acuerdos de Abraham, destacando la importancia de mejorar la vida de los gazatíes tras la guerra. Sin embargo, también ha subrayado que Israel no debe vivir bajo la amenaza de ataques terroristas, lo que plantea un dilema sobre cómo equilibrar la seguridad israelí con las aspiraciones del pueblo palestino.
La retórica religiosa utilizada por Trump y otros líderes en la región refleja la complejidad de la situación. La historia y la religión juegan un papel crucial en la política de Oriente Medio, y cualquier intento de alcanzar la paz debe tener en cuenta estas dimensiones. La creación de un Estado palestino es vista por muchos como un paso necesario para lograr una paz duradera, pero las divisiones internas y las tensiones entre los diferentes actores complican este proceso.
En este contexto, la figura de Trump se presenta como un agente de cambio, aunque su enfoque y las condiciones que impone generan tanto esperanzas como escepticismo. La comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan estos acontecimientos, conscientes de que cualquier avance en la diplomacia de Oriente Medio podría tener repercusiones significativas en la estabilidad de la región y más allá.