La historia de la diplomacia catalana en el conflicto israelí-palestino es un relato complejo que abarca dos décadas de intentos por establecer un diálogo y una cooperación que, a menudo, se ha visto empañada por la controversia y la polarización. Desde la primera visita de un presidente catalán a los campos de refugiados palestinos hasta los recientes movimientos diplomáticos, la Generalitat ha navegado por un mar de desafíos y oportunidades en su relación con ambas partes del conflicto.
### Un Primer Acercamiento: La Visita de Maragall
En mayo de 2005, Pasqual Maragall, entonces presidente de la Generalitat de Catalunya, realizó una visita histórica al campo de refugiados de Yabaliya, en Gaza. Este viaje marcó un hito, ya que fue el primer y único presidente catalán en visitar a los refugiados palestinos. Maragall llegó con una inversión de 360.000 euros, convirtiendo a la Generalitat en el primer gobierno no estatal en firmar un convenio de cooperación con el campo de refugiados. El objetivo del proyecto era proporcionar servicios básicos como alcantarillado, pavimentación y electricidad, a cambio de que se nombrara una plaza en el campo con el nombre de Catalunya.
Sin embargo, el contexto actual es muy diferente. Hoy en día, Yabaliya se encuentra en ruinas, y la situación de los palestinos es desesperante. La pregunta que surge es: ¿cuántos de aquellos niños que recibieron a Maragall siguen vivos? Este viaje, aunque simbólicamente significativo, ha quedado eclipsado por la dura realidad del conflicto y la falta de progreso en la situación de los refugiados.
### La Evolución de la Política Exterior Catalana
La política exterior de la Generalitat hacia el conflicto israelí-palestino ha sido marcada por una serie de altibajos. Desde la época de Jordi Pujol, quien mostró simpatías hacia Israel, hasta la administración de Maragall, que intentó adoptar una postura más equilibrada, la diplomacia catalana ha estado en constante evolución. Sin embargo, la heterodoxia ha sido una constante, con decisiones que han generado tanto apoyo como críticas.
Durante el mandato de Maragall, se intentó promover un enfoque de «soft power» para mediar en el conflicto. Esto incluyó la organización de la cumbre euromediterránea en Barcelona y el anuncio de un partido de fútbol entre una selección israelo-palestina y el FC Barcelona, en un intento por fomentar la paz a través del deporte. Sin embargo, estos esfuerzos a menudo se vieron opacados por errores diplomáticos y decisiones controvertidas, como el manual del Ayuntamiento que comparaba el muro de Palestina con el Holocausto, lo que llevó a su retirada inmediata.
La llegada de nuevos líderes, como Artur Mas y Ada Colau, trajo consigo cambios significativos en la política exterior catalana. Mas realizó una visita a Jerusalén Este en 2013 sin mostrar gestos hacia la comunidad árabe, lo que generó críticas. Por su parte, Colau, con su militancia propalestina, anuló el hermanamiento entre Barcelona y Tel Aviv, una relación que había estado vigente desde 1998. Estos movimientos reflejan una creciente polarización en la política catalana respecto al conflicto, donde las decisiones a menudo se ven influenciadas por la opinión pública y las imágenes desgarradoras de la guerra.
### La Actualidad: Retos y Oportunidades
En los últimos años, la situación ha continuado evolucionando. La Generalitat ha enfrentado críticas por su postura hacia Israel, especialmente en el contexto de las recientes matanzas en Gaza. La decisión de cerrar la oficina comercial en Tel Aviv, resultado de un acuerdo entre el gobierno de Illa y los comunes, ha sido un tema de debate. Illa ha defendido esta decisión, argumentando que no se puede aplicar una doble vara de medir en conflictos internacionales, y ha comparado la situación en Gaza con la de Ucrania.
Sin embargo, estas decisiones también han alimentado acusaciones de sometimiento al gobierno central español. La tensión entre los diferentes partidos catalanes, como Junts y ERC, se ha intensificado, especialmente en lo que respecta a la creación de una delegación en Tel Aviv. La guerra de banderas en el Parlamento y los intentos de legislar sobre el embargo de armas a Israel son ejemplos de cómo la política catalana se ha visto influenciada por la crisis humanitaria en Gaza.
La diplomacia catalana en el conflicto israelí-palestino es un reflejo de la complejidad de las relaciones internacionales y de la lucha por encontrar un equilibrio entre la solidaridad y la política. A medida que la situación en la región continúa evolucionando, Catalunya se enfrenta al desafío de definir su papel en un conflicto que ha perdurado durante décadas, buscando siempre una voz que promueva la paz y la justicia.