La presión diplomática que España está ejerciendo para conseguir la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la Unión Europea ha alcanzado niveles significativos. Este proceso, que se discutirá en el Consejo de Asuntos Generales de la UE, es un tema de gran importancia política para el gobierno español, especialmente en el contexto de las exigencias de Junts, un partido clave en la coalición de gobierno. A medida que se acerca la fecha de la reunión, las negociaciones se intensifican y las estrategias se ajustan para asegurar que la propuesta reciba el apoyo necesario.
Uno de los principales objetivos de España es disipar las dudas que puedan surgir entre los Estados miembros y evitar cualquier veto que impida la aprobación de la oficialidad de estas lenguas. Para ello, el gobierno ha elaborado varios documentos que se han distribuido entre las capitales europeas, con el fin de presentar argumentos sólidos que respalden su posición. Entre estos argumentos, se destaca que el reconocimiento de estas lenguas no crearía un precedente para otras lenguas minoritarias en Europa, lo que ha sido una preocupación para algunos países, especialmente aquellos con poblaciones rusas significativas, como los Estados bálticos.
La propuesta española incluye una implementación progresiva, similar a la que se utilizó para el gaélico, la última lengua que obtuvo el estatus de oficial en la UE. Esta estrategia busca convencer a los Estados miembros que aún son escépticos, argumentando que la oficialidad de estas lenguas no generará un efecto dominó que lleve a otras regiones a solicitar el mismo reconocimiento. Además, España se ha comprometido a asumir los costes asociados con esta medida, lo que podría aliviar las preocupaciones de algunos países que temen que un futuro gobierno español no cumpla con este compromiso.
### Estrategias y Desafíos en la Negociación
La estrategia de España se ha centrado en presentar un caso sólido que resalte la importancia política de la oficialidad de estas lenguas. Durante una reciente reunión preparatoria a nivel de embajadores, se expusieron tres argumentos clave: la singularidad de la situación lingüística en España, el compromiso del gobierno español de asumir los costes y la relevancia política del asunto. Estas discusiones han llevado a un cambio en la percepción de algunos diplomáticos, quienes han mostrado una mayor sensibilidad hacia la posición española.
Sin embargo, el camino hacia la oficialidad no está exento de obstáculos. Aún persisten dudas sobre cómo se manejarán los costes en caso de que haya un cambio de gobierno en España. Algunos países, como Francia, han solicitado garantías adicionales para asegurarse de que el compromiso de asumir los costes sea vinculante. Un informe preliminar de la Comisión Europea estima que la implementación de la oficialidad de estas lenguas podría costar alrededor de 132 millones de euros, lo que añade una capa adicional de complejidad a las negociaciones.
El próximo martes, el representante polaco, que preside el Consejo de la UE en este momento, tendrá la responsabilidad de decidir cómo se formulará la votación sobre la propuesta española. Si durante el debate surgen objeciones, es posible que la votación no se lleve a cabo, ya que la unanimidad es un requisito esencial para modificar el reglamento lingüístico de la UE. Sin embargo, si no se presentan objeciones claras, la presidencia polaca podría optar por una votación más informal, donde se pregunte si hay algún país que se oponga a la propuesta, lo que obligaría a los reticentes a manifestar su posición.
### Contexto Político y Compromisos Previos
El compromiso de España para lograr la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego se remonta a un acuerdo alcanzado en agosto de 2023 entre Junts y el PSOE. Este acuerdo fue fundamental para que Junts apoyara la elección de Francina Armengol como presidenta del Congreso. Desde entonces, la cuestión ha sido objeto de debate en varias ocasiones, aunque la falta de unanimidad ha impedido avances significativos.
A lo largo de este proceso, se han logrado algunos avances, como la inclusión del catalán en el Comité Económico y Social Europeo y su reconocimiento como lengua optativa en la red de Escuelas Europeas. Sin embargo, la presión sobre el gobierno español para obtener resultados concretos ha aumentado, especialmente por parte de Junts, que ha manifestado la necesidad de ver progresos en este asunto.
A medida que se acerca la reunión del martes, el ambiente se torna tenso. El Partido Popular, que tiene conexiones con partidos europeos, podría intentar influir en la decisión de otros gobiernos para que no apoyen la propuesta de oficialidad. En este contexto, el gobierno español debe navegar cuidadosamente entre las exigencias internas y las dinámicas políticas europeas para alcanzar su objetivo de reconocimiento lingüístico.