La discusión sobre el uso del velo islámico en espacios públicos ha resurgido en España, impulsada por recientes declaraciones del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. En una entrevista, Feijóo afirmó que el burka y el niqab deben ser prohibidos en el país, argumentando que estas prendas atentan contra la dignidad de la mujer y la seguridad en espacios públicos. Este comentario ha reavivado un debate que parecía haber quedado en el olvido, pero que tiene raíces profundas en la política española, especialmente en Cataluña.
La historia de la regulación del velo islámico en España se remonta a más de una década. En 2010, la ciudad de Lleida se convirtió en la primera en prohibir el uso del burka y el niqab en instalaciones municipales. Esta decisión fue respaldada por los votos de varios partidos, incluyendo el PSC, CiU y el PP. Las autoridades justificaron la medida argumentando que estas vestimentas «invisibilizan» a las mujeres, lo que generó un gran interés mediático y un debate público intenso. A pesar de que en ese momento se reportaron solo seis casos de uso de estos velos en Lleida, la decisión sentó un precedente que se replicó en otras 16 localidades catalanas.
La controversia no se limitó a Cataluña. A nivel nacional, el Partido Popular llevó la discusión al Senado, y el entonces ministro de Justicia, Francisco Caamaño, mostró disposición para regular el uso del velo a través de la ley de Libertad Religiosa. Sin embargo, el debate se enfrió rápidamente cuando la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega intervino, y el Tribunal Supremo anuló en 2013 la prohibición de Lleida, argumentando que un ayuntamiento no tiene competencia para limitar el derecho a la libertad religiosa.
A pesar de este revés judicial, el tema no desapareció por completo. En los años siguientes, varias fuerzas políticas en Cataluña, incluyendo CiU, PSC, PP y Cs, intentaron nuevamente legislar sobre el uso del velo integral en edificios públicos. Sin embargo, el debate se desvaneció, hasta que, en los últimos meses, la llegada de partidos de extrema derecha ha reavivado la discusión. La competencia electoral ha llevado a partidos como Vox y el PP a posicionarse firmemente en contra del uso del velo islámico, buscando atraer a un electorado que se siente incómodo con la presencia de estas vestimentas en espacios públicos.
En marzo de este año, el líder del PP catalán, Alejandro Fernández, se reunió con Sonia Sierra, exdiputada de Cs, quien ha promovido la prohibición del hiyab en las escuelas. Esta reunión marcó un punto de inflexión, ya que ambos líderes comenzaron a explorar iniciativas para prohibir el uso del hiyab y el burka en colegios y centros de salud. En el Parlament, se debatieron dos mociones sobre el tema antes del receso veraniego, lo que demuestra que el interés por regular el uso del velo islámico ha vuelto a estar en la agenda política.
El debate ha tomado un giro más intenso con la propuesta de Aliança Catalana, que en mayo planteó un veto a cualquier velo islámico en espacios públicos, argumentando que representa «la bandera del fundamentalismo y la misoginia». Aunque esta moción no prosperó, recibió el apoyo de Vox, y el PP mostró interés en algunos de sus puntos, como la prohibición del velo a menores en espacios públicos. Por otro lado, JxCat, aunque no apoyó la moción de Aliança, también se ha manifestado en contra del burka y el niqab, argumentando que su prohibición es necesaria por razones de seguridad y no discriminación.
A nivel nacional, Vox ha presentado iniciativas similares en varios parlamentos autonómicos, incluyendo Andalucía y Baleares, y ha registrado una proposición no de ley en el Congreso que se debatirá al inicio del nuevo curso político. El Partido Popular, por su parte, ha incluido en su ponencia política una mención al rechazo del uso del burka y el niqab, lo que indica que el tema sigue siendo relevante para su agenda política.
El resurgimiento del debate sobre el velo islámico en España refleja no solo la polarización política actual, sino también la complejidad de las cuestiones relacionadas con la identidad, la religión y los derechos de las mujeres. A medida que las fuerzas políticas continúan posicionándose sobre este tema, es probable que el debate siga evolucionando, con implicaciones significativas para la sociedad española en su conjunto.