La relación entre el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el líder de Junts, Carles Puigdemont, se encuentra en un punto crítico. A pesar de la reciente estancia de Sánchez en Bruselas para el Consejo Europeo, las distancias entre ambos parecen más amplias que nunca. La promesa de una «oportunidad histórica» que justificó el pacto entre Junts y el PSOE para la investidura de Sánchez ha dejado a muchos en el partido posconvergente con la sensación de que, tras dos años, el resultado ha sido decepcionante. Aunque se han logrado ciertos avances, como la aprobación de la ley de Amnistía y la transferencia de competencias en inmigración, muchos en Junts sienten que, en términos prácticos, no se ha conseguido nada significativo.
La situación se complica aún más cuando se considera que la consecución de los acuerdos no depende únicamente del Gobierno. Junts ha estado al tanto de esta realidad, pero el malestar en sus filas es palpable. Puigdemont ha hecho reiterados llamados a la acción, tanto en la mesa de negociación en Ginebra como en el Congreso, a través de su portavoz Miriam Nogueras. Sin embargo, la respuesta del Gobierno ha sido minimizar estos avisos, lo que ha llevado a un creciente descontento entre los miembros de Junts. La frustración se ha intensificado con cada ultimátum, donde el Gobierno prometía acciones que finalmente no se concretaban.
Recientemente, Sánchez ha comenzado a reconocer este nuevo escenario. En respuesta a Nogueras, quien sugirió que «quizás ha llegado la hora del cambio», el presidente se mostró evasivo, lo que ha llevado a diferentes ministros a reiterar que el Gobierno está dispuesto a moverse. Este cambio de tono se evidenció cuando Sánchez se reunió con Friedrich Merz, el líder de la oposición alemana, lo que resultó en un comunicado conjunto donde España y Alemania acordaron abrir un diálogo sobre el reconocimiento del catalán como lengua oficial en la Unión Europea. Este avance ha sido interpretado como una victoria para Sánchez, quien ha logrado el apoyo de Alemania en un tema que es crucial para Junts.
Sin embargo, la situación sigue siendo delicada. Aunque el pacto con Merz puede haber fortalecido la posición de Sánchez, también ha generado presión sobre Puigdemont para que considere la posibilidad de una consulta interna en Junts sobre el pacto con el PSOE. Muchos en el partido sienten que los socialistas están actuando más como un comité de campaña que como un socio de gobierno, lo que ha llevado a la percepción de que las reuniones son solo una forma de ganar tiempo.
### Estrategias de Junts y el Futuro Político
A medida que la legislatura avanza, Puigdemont ha comenzado a ajustar la estrategia de Junts hacia el centro, movilizando al partido para prepararse para un posible escenario electoral. Sin embargo, este enfoque también ha generado preocupaciones sobre el desgaste que podría sufrir el partido, especialmente entre sus alcaldes, quienes enfrentan necesidades diversas en sus respectivas localidades. La presión de otros partidos, como Aliança Catalana y el PSC, se ha intensificado, lo que ha llevado a Junts a cuestionar su visibilidad y relevancia en el Parlament de Catalunya.
Uno de los principales desafíos que enfrenta Junts es la falta de avance en su proposición de ley para combatir la multirreincidencia, que lleva estancada desde febrero. Además, la ejecución presupuestaria en Catalunya sigue siendo significativamente inferior a la de Madrid, lo que ha llevado a un aumento de la presión sobre el Gobierno catalán. En este contexto, la confrontación entre Salvador Illa y Sílvia Orriols, así como la presión de ERC por un sistema de financiación más equitativo, han puesto a Junts en una posición complicada.
La situación se complica aún más con la propuesta del Ministerio de Hacienda de eliminar el sistema de entregas a cuenta y sustituirlo por un modelo más manejable, lo que podría generar tensiones adicionales entre las comunidades autónomas. La percepción de que más del 60% de los andaluces considera negativa la condonación de la deuda de Catalunya añade otra capa de complejidad a la situación política actual.
En este contexto, la figura de Puigdemont se vuelve aún más relevante. Aunque no aparece formalmente en los acuerdos, se siente responsable del pacto alcanzado en Bruselas. La falta de una firma visible y la ausencia de una foto oficial han llevado a la necesidad de que, en caso de ruptura, se visualice de manera solemne, aunque esto no cambie la realidad subyacente. La posibilidad de poner fin a las reuniones en Ginebra y la presentación de presupuestos por parte de Sánchez se convertirían en un punto de inflexión en la legislatura.
A medida que se acerca el final del año, la presión sobre Sánchez y Puigdemont aumentará. La incertidumbre sobre el futuro político de Catalunya y la relación entre ambos líderes se intensificará, y el calendario político dependerá en gran medida de las decisiones que tomen en los próximos meses. La habilidad de Sánchez para navegar en este laberinto político y la capacidad de Puigdemont para mantener la cohesión en Junts serán factores determinantes en el desenlace de esta compleja situación.
