En Las Palmas de Gran Canaria, la proliferación de pisos turísticos ha generado un cambio significativo en la dinámica de los barrios, afectando tanto a residentes como a visitantes. La situación se ha vuelto crítica en áreas donde la oferta de alquiler vacacional supera al número de vecinos, lo que ha llevado a un aumento en la tensión social y la búsqueda de soluciones por parte de la comunidad.
La zona entre las calles Padre Cueto y Salvador Cuyás es un claro ejemplo de esta problemática. Según datos del Registro General Turístico de Canarias y el Instituto Nacional de Estadística (INE), existen 619 plazas de viviendas vacacionales en esta área, mientras que solo hay 570 residentes. Esta discrepancia ha generado un ambiente de inseguridad y desasosiego entre los vecinos, quienes se sienten desplazados por la llegada constante de turistas.
Los testimonios de los residentes reflejan una creciente frustración. Juan Carlos Olivero, un vecino de 53 años, describe la situación como un «infierno». La constante rotación de inquilinos en los pisos turísticos ha transformado la convivencia, haciendo que los vecinos se sientan inseguros y aislados. La falta de comunicación y la dificultad para establecer relaciones con los nuevos inquilinos han contribuido a un ambiente de desconfianza.
Marta, otra residente, señala que la transformación de su edificio, donde varias plantas han sido dedicadas al uso turístico, ha cambiado su vida cotidiana. Ya no puede contar con la ayuda de sus vecinos como solía hacerlo, lo que resalta el impacto social de la turistificación. Esta situación se ha visto agravada por la falta de regulación efectiva por parte del gobierno, que no ha implementado una moratoria en la concesión de nuevas licencias para viviendas vacacionales.
El crecimiento de la oferta de alquiler vacacional ha sido exponencial. En el último año, se han registrado aproximadamente 13,000 nuevos pisos turísticos en Canarias, lo que ha llevado a un aumento significativo en los precios de los alquileres y ha desplazado a muchos residentes. Este fenómeno ha sido descrito por expertos como un «efecto llamada» que ha incentivado a los propietarios a convertir sus propiedades en alojamientos turísticos, en lugar de mantenerlas como residencias permanentes.
El geógrafo Juan Manuel Parreño explica que la oferta de alquiler turístico ha crecido de manera descontrolada, dispersándose por toda la ciudad y no limitándose a las áreas costeras. Esto ha llevado a que los efectos de la turistificación se sientan en casi toda la capital, elevando los precios de los alquileres y dificultando el acceso a la vivienda para los locales.
La situación ha llevado a la comunidad a organizarse y exigir cambios. Recientemente, cientos de personas se concentraron en la capital grancanaria para demandar viviendas dignas y expresar su descontento con la especulación inmobiliaria. Los manifestantes denunciaron que un pequeño grupo de propietarios se beneficia del sacrificio de muchos, lo que ha generado un clima de tensión y protesta en la ciudad.
La falta de una regulación adecuada ha permitido que la situación se agrave. Aunque el gobierno ha presentado un borrador de ley para regular el alquiler vacacional, muchos expertos consideran que las medidas propuestas no son suficientes para revertir la situación. La ley contempla un periodo transitorio de hasta diez años para que la oferta de alquiler vacacional se adapte a los nuevos requisitos, lo que podría prolongar la crisis habitacional en la ciudad.
Los residentes y expertos coinciden en que es necesario buscar alternativas para devolver parte de la vivienda turística al mercado de alquiler tradicional. Esto podría incluir incentivos para los propietarios que decidan alquilar sus propiedades a residentes permanentes, así como una revisión de los límites de pisos turísticos en cada barrio.
La situación en Las Palmas de Gran Canaria es un reflejo de un problema más amplio que afecta a muchas ciudades turísticas en todo el mundo. La búsqueda de un equilibrio entre el turismo y la vida residencial es un desafío que requiere atención urgente y soluciones efectivas para garantizar que los residentes puedan seguir viviendo en sus barrios sin ser desplazados por la creciente demanda turística.