La técnica del hilado tradicional del esparto ha sido reconocida oficialmente como Bien de Interés Cultural (BIC) en la Comunidad de Madrid, un paso significativo para preservar esta práctica artesanal que ha acompañado a las comunidades del sudeste madrileño durante siglos. Este reconocimiento no solo resalta la importancia cultural de esta técnica, sino que también busca proteger un legado que, aunque ha disminuido, sigue siendo parte integral de la identidad de los madrileños.
### Un Legado Artesanal con Raíces Históricas
El hilado del esparto tiene sus orígenes en la Edad del Cobre, y su práctica ha perdurado a lo largo de los siglos, adaptándose a los cambios sociales y económicos. La técnica se basa en el trabajo manual de las fibras de esparto, que se extraen de dos plantas: la atocha (Stipa tenacissima) y el albardín (Lygeum spartum). Estas plantas son abundantes en el sudeste de Madrid, especialmente en áreas semiáridas como Colmenar de Oreja y Villarejo de Salvanés, donde la cultura del esparto sigue viva en la actualidad.
La mayoría de los artesanos que han mantenido viva esta tradición son mujeres, quienes han transmitido sus conocimientos a las nuevas generaciones desde una edad temprana. A pesar de que hoy en día el oficio se encuentra mayormente en manos de personas mayores, se realizan talleres y ferias que permiten revivir esta técnica y contar la historia de los pueblos que han sabido aprovechar la riqueza de su entorno.
Las primeras menciones documentadas del hilado de esparto se remontan al siglo XVIII, cuando se registraron sogueros en localidades como Colmenar de Oreja y Villarejo de Salvanés. En ese tiempo, el gremio de esparteros en Madrid ya estaba consolidado, produciendo sogas y cuerdas para uso agrícola y doméstico. A lo largo del siglo XIX, la industria del esparto creció, con la creación de fábricas y el reconocimiento oficial del sector por parte del Ministerio de Fomento en 1907.
### El Proceso Artesanal del Hilado
El proceso de hilado del esparto es un arte que requiere precisión, paciencia y una considerable resistencia física. Todo comienza con la recolección de la fibra, que se machaca sobre una piedra lisa para extraer las hebras. Este proceso, que puede parecer simple, es laborioso y requiere de una técnica depurada. Una vez que el esparto ha sido machacado, se humedece y se extraen las fibras, que se tuercen a mano para formar un cordón conocido como niñuelo. Este hilo primario se tensa y se fija para continuar con el proceso de hilado.
Los artesanos utilizan diversas herramientas, como mazas y lanchas de machacar, para facilitar el trabajo. En la versión industrial del hilado, que aún conserva elementos artesanales, se emplean máquinas que requieren semanas de cocción y secado de la fibra. Este proceso culmina en la creación de productos como niñuelos, filásticas y filetes, que son esenciales para la fabricación de sogas y maromas.
Durante el siglo XX, la industria del esparto experimentó un auge gracias a la creación del Servicio del Esparto, que promovió la producción y comercialización de este material. Sin embargo, la llegada de fibras sintéticas y la mecanización de la industria llevaron a un declive significativo en la práctica del hilado tradicional. A pesar de estos desafíos, el reconocimiento reciente como Bien de Interés Cultural ofrece una nueva esperanza para la preservación de esta técnica.
El hilado de esparto no solo es un proceso productivo, sino que también es un reflejo de la historia y la cultura de una región. Cada hebra de esparto cuenta una historia de generaciones que han encontrado en esta práctica un medio de subsistencia y una forma de conectar con su entorno. La técnica, que ha sido transmitida de madre a hija, es un testimonio de la resiliencia de las comunidades que han sabido adaptarse y mantener vivas sus tradiciones.
La declaración del hilado tradicional del esparto como Bien de Interés Cultural es un reconocimiento a la importancia de preservar estas técnicas ancestrales y a la necesidad de fomentar su práctica entre las nuevas generaciones. A través de talleres, ferias y eventos culturales, se busca revitalizar el interés por esta artesanía, asegurando que el legado del esparto continúe siendo parte de la identidad cultural de Madrid.