La Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebra anualmente, es un evento crucial para evaluar el estado del mundo y de la propia organización. Este año, en el marco del 80 aniversario de la ONU, se ha puesto de manifiesto la crítica situación que enfrenta. La guerra en Ucrania y las tensiones entre Estados Unidos y China son solo algunos de los problemas que evidencian la incapacidad del Consejo de Seguridad para actuar de manera efectiva. Este órgano, donde las potencias como China, Rusia y Estados Unidos tienen derecho de veto, se encuentra en un constante enfrentamiento que paraliza el avance de la organización en diversas áreas.
Las protestas que han tenido lugar en las cercanías de la sede de la ONU en Nueva York durante la Asamblea General son un reflejo del descontento global hacia la ineficacia de la organización. La situación en Oriente Medio es un claro ejemplo de cómo la ONU ha sido incapaz de resolver conflictos de larga data. Desde la creación del Estado de Israel, la ONU ha intentado mediar en la paz de la región, pero sus esfuerzos han sido insuficientes. A pesar de las operaciones de mantenimiento de la paz y los esfuerzos humanitarios dirigidos a los refugiados palestinos, la paz duradera sigue siendo un objetivo esquivo.
En los últimos años, la ONU ha visto cómo su papel se ha debilitado, especialmente con el surgimiento de un “cuarteto” que incluye a Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, que ha dejado de lado a la organización en la mediación de conflictos. Las acciones del gobierno israelí, que ha cuestionado y atacado las operaciones de la ONU, han sido facilitadas por el apoyo tácito de Estados Unidos. La administración Trump, en particular, ha mostrado una disposición alarmante a respaldar las políticas del gobierno israelí, lo que ha llevado a una mayor marginación de la ONU en la región.
La situación en Gaza, que antes estaba relativamente estable gracias a la intervención de la ONU, ha empeorado drásticamente tras el ataque de Hamás a Israel en octubre de 2023. La ONU, que había logrado proporcionar medios básicos de supervivencia a los habitantes de Gaza, ahora enfrenta un cuestionamiento total de su labor. La falta de apoyo de Estados Unidos y la reducción de la financiación han dejado a la organización en una posición precaria. Estados Unidos, que tradicionalmente ha sido el mayor contribuyente a la ONU, ha recortado sus aportaciones, lo que ha llevado a un deterioro en la capacidad de la organización para operar eficazmente.
Además, China, que ocupa el segundo lugar en contribuciones a la ONU, también ha retrasado sus pagos, lo que ha agravado aún más la crisis financiera de la organización. António Guterres, el secretario general de la ONU, ha advertido que la reducción de personal será inevitable si la situación no mejora. La moral dentro de la organización es baja, y las perspectivas de un cambio positivo parecen sombrías.
La retórica de desprecio hacia la ONU por parte de líderes como Trump ha contribuido a esta crisis. La visión de la ONU como un mero instrumento para obtener premios, como el Nobel de la Paz, ha desvirtuado su propósito original. La necesidad de una revisión de los compromisos multilaterales por parte de Estados Unidos podría traer más malas noticias para la organización.
A pesar de la creciente demanda de intervención de la ONU en crisis globales, su capacidad de actuación ha disminuido drásticamente. La organización se enfrenta a un dilema: para sobrevivir, debe reducir sus ambiciones y capacidades. Este será un tema central en los próximos años, especialmente con el mandato de Guterres finalizando en 2026. La selección de su sucesor deberá incluir un debate sobre cómo garantizar la supervivencia de la ONU a largo plazo.
Una posible solución que se ha discutido es la reubicación de la sede de la ONU fuera de Estados Unidos. Esta medida podría ser necesaria no solo para abordar la falta de financiación, sino también para evitar la negativa de Estados Unidos a conceder visados a los asistentes a las reuniones de la ONU. Una ONU que no tenga su sede en Nueva York podría cambiar radicalmente su funcionamiento y su relación con los Estados miembros.
Dag Hammarskjöld, el segundo secretario general de la ONU, afirmó que la organización no fue creada para traer el cielo, sino para librarnos del infierno. Esta misión sigue siendo tan relevante como siempre. Sin embargo, para que la ONU pueda continuar su labor, es imperativo que se produzcan cambios significativos en su estructura y funcionamiento. La comunidad internacional debe unirse para revitalizar la ONU y garantizar que pueda cumplir con su mandato de manera efectiva. La supervivencia de la ONU depende de su capacidad para adaptarse a un mundo en constante cambio y de su disposición para enfrentar los desafíos que se avecinan.
La ONU ha sido un pilar fundamental en la búsqueda de la paz y la seguridad global, y su futuro dependerá de la voluntad de los Estados miembros para apoyarla y fortalecerla. La historia ha demostrado que la cooperación internacional es esencial para abordar los problemas globales, y la ONU debe ser el vehículo a través del cual se logre esta cooperación. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de asegurar que la ONU no solo sobreviva, sino que prospere en su misión de promover la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible en todo el mundo.