El Festival de la Hispanidad, que tuvo su inicio en 2021, ha evolucionado de ser una simple respuesta institucional a un fenómeno cultural significativo en Madrid. Este evento, que se ha consolidado en la agenda cultural de la comunidad, busca celebrar la riqueza de la cultura hispana y atraer a un público diverso. Sin embargo, su desarrollo ha estado marcado por tensiones políticas y críticas sobre su verdadera naturaleza.
### Un Crecimiento Exponencial en la Celebración de la Cultura Hispana
Desde su primera edición, el Festival de la Hispanidad ha experimentado un crecimiento notable. En su inicio, el evento contaba con un presupuesto de 850.000 euros y 98 espectáculos. En la actualidad, la inversión ha aumentado a 4 millones de euros, lo que ha permitido la realización de más de 200 actividades. Este crecimiento ha atraído la atención de analistas y consultores, quienes estiman que el impacto económico del festival asciende a 43 millones de euros, de los cuales 30 millones provienen del gasto directo en turismo y ocio.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha impulsado este festival como una forma de celebrar la cultura en español y atraer a un mayor número de visitantes. La decisión de trasladar el escenario principal de la Puerta de Alcalá a la plaza de Colón, que permite un aforo de hasta 150.000 personas, es un claro indicativo de la ambición de alcanzar un millón de asistentes. La inauguración de este nuevo espacio contará con la actuación de la reconocida artista cubana Gloria Estefan, un evento que ha generado gran expectativa y que representa una inversión significativa por parte del gobierno regional.
El consejero de Cultura, Mariano de Paco, ha defendido el festival como una celebración que va más allá de las cifras económicas. Según él, el evento simboliza alegría, hermanamiento y la unidad que proporciona el idioma español. Sin embargo, esta visión optimista contrasta con las críticas que han surgido en torno al uso político del festival.
### La Politización del Festival: Un Escenario para la Controversia
A pesar de su imagen como un evento cultural, el Festival de la Hispanidad ha sido objeto de controversia debido a su uso como herramienta política. Desde su creación, ha servido como un altavoz para las tensiones entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno central. En ediciones anteriores, Ayuso ha utilizado el festival para posicionarse en el debate sobre la inmigración y la identidad nacional, especialmente en momentos de crisis política.
En 2023, en medio de negociaciones políticas complejas, Ayuso aprovechó el festival para contraponer el mestizaje y el nacionalismo. Su discurso enfatizó la apertura de Madrid a talentos de diversas partes del mundo, mientras que criticaba la situación en Cataluña. Esta retórica ha sido vista por algunos como un intento de capitalizar el evento para fortalecer su posición política y distanciarse de las críticas que enfrenta su gobierno.
La edición de 2025 no ha sido diferente. Tras la presentación de un controvertido visado por puntos para inmigrantes, Ayuso utilizó el lema «Todos los acentos caben en Madrid» para expresar su visión sobre la inmigración hispana. Sin embargo, esta afirmación ha sido cuestionada por partidos de oposición, quienes argumentan que el festival no representa a toda la diversidad de la comunidad inmigrante en Madrid. Críticos como Pablo Padilla de Más Madrid han señalado que el enfoque de Ayuso privilegia a ciertas comunidades, lo que podría interpretarse como un racismo selectivo.
Las críticas también se extienden a la gestión de los recursos públicos. Se ha señalado que el festival, con su creciente presupuesto, podría estar favoreciendo a artistas cercanos al gobierno regional, lo que plantea interrogantes sobre la transparencia y la equidad en la asignación de contratos. Esta percepción de clientelismo ha alimentado el debate sobre la legitimidad del festival como un evento cultural inclusivo.
El Festival de la Hispanidad, por lo tanto, se encuentra en una encrucijada. Mientras que el gobierno regional lo presenta como un éxito cultural que promueve la cohesión y la diversidad, la oposición lo retrata como un escaparate ideológico que utiliza recursos públicos para promover una narrativa excluyente. La batalla de relatos continúa, y el futuro del festival dependerá de cómo se aborden estas tensiones y se logre un equilibrio entre la celebración cultural y la inclusión de todas las voces en la comunidad.