Regresar de unas vacaciones debería ser un momento de renovación y energía, pero para muchos, se convierte en una experiencia estresante. Este fenómeno, conocido como síndrome post-vacacional, se manifiesta cuando las personas sienten que, a pesar de haber disfrutado de un merecido descanso, el estrés laboral persiste y, en algunos casos, se intensifica. La psicóloga Cristina Marinela Goilean, profesora en la UOC, explica que el verdadero problema no radica en las vacaciones en sí, sino en la carga de trabajo y las expectativas que esperan a los empleados a su regreso. La acumulación de tareas, demandas urgentes y la presión constante pueden hacer que los beneficios de un periodo de descanso se desvanezcan rápidamente.
### La Dura Realidad del Burnout
El burnout, o síndrome de desgaste profesional, es un estado de agotamiento emocional que puede manifestarse a través de síntomas como el cinismo, insomnio y una disminución en la realización personal. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido este síndrome como un problema de salud laboral que afecta no solo la motivación y las relaciones interpersonales, sino también la salud física de los individuos. Este tipo de estrés puede ser devastador, afectando la calidad de vida y el bienestar general.
Además del burnout, existe un fenómeno menos conocido pero igualmente preocupante: el burnon. Este término fue acuñado por los psicólogos alemanes Timo Schiele y Bert Te Wildt en 2021. A diferencia del burnout, que se relaciona con la sobrecarga de trabajo, el burnon se caracteriza por un rechazo hacia el trabajo, donde el cansancio se convierte en una constante y se presentan síntomas físicos como dolores musculares e insomnio. Los creadores del término lo describen como una “depresión enmascarada”, donde las personas parecen funcionar normalmente en el exterior, pero sufren un desgaste emocional continuo.
### La Falta de Estímulo: El Boreout
En el extremo opuesto del espectro del estrés laboral se encuentra el boreout, que surge no por exceso de trabajo, sino por la falta de estímulo. Este fenómeno se presenta cuando los empleados sienten que están infrautilizados o que sus tareas carecen de valor. La rutina y la repetitividad generan una sensación de vacío y desinterés, lo que puede ser tan perjudicial como el burnout. Según el psicólogo Adam Grant, el cerebro humano necesita desafíos y motivación para mantenerse saludable, y la falta de estos puede llevar a un deterioro emocional significativo.
Estudios recientes han demostrado que los beneficios de las vacaciones son efímeros si, al regresar, los empleados se enfrentan a un entorno laboral negativo. La sobrecarga de trabajo, los conflictos interpersonales, la falta de recursos y la incertidumbre son factores que pueden anular cualquier efecto positivo que haya tenido el descanso. Además, muchos cometen el error de no desconectar completamente durante sus vacaciones, revisando correos electrónicos o atendiendo llamadas, lo que reduce el efecto restaurador del tiempo libre. Llenar la agenda de actividades también puede convertir el descanso en una fuente adicional de estrés.
Para combatir estos problemas, es fundamental encontrar un equilibrio entre el descanso y las actividades que realmente aporten bienestar. Esto puede incluir aprender algo nuevo, retomar un hobby o simplemente disfrutar de tiempo de calidad con seres queridos. La personalidad también juega un papel crucial en la susceptibilidad al burnout. Aquellos con un locus de control externo, que atribuyen sus experiencias a factores ajenos, o quienes presentan altos niveles de neuroticismo, son más propensos a experimentar agotamiento. Además, los jóvenes y aquellos en posiciones laborales exigentes suelen ser más vulnerables a estos síndromes.
Para prevenir el burnout y sus variantes, es esencial implementar estrategias tanto a nivel personal como organizacional. En el ámbito personal, reforzar la desconexión, establecer límites claros y practicar técnicas de manejo del estrés pueden ser pasos efectivos. A nivel organizacional, ajustar las cargas de trabajo, fomentar un ambiente de trabajo saludable, reconocer los logros y ofrecer mayor autonomía son medidas que pueden contribuir a un entorno laboral más equilibrado y saludable. La transformación de los factores que provocan el burnout no es solo responsabilidad del individuo; requiere un cambio en la cultura laboral y en las políticas de la empresa.
La creación de políticas de desconexión digital, el liderazgo empático y la participación activa de los empleados en la toma de decisiones son pasos fundamentales para construir un entorno laboral que no solo evite el desgaste, sino que también promueva el bienestar y la salud mental de todos los trabajadores. En última instancia, se trata de crear espacios donde las personas puedan prosperar y no simplemente sobrevivir.