La obesidad infantil es un tema que ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente en un mundo donde la imagen corporal y los estándares de belleza son constantemente promovidos a través de las redes sociales. Sin embargo, la realidad de muchos niños que enfrentan esta condición es mucho más compleja de lo que se suele pensar. Un caso emblemático es el de Oier, un preadolescente que ha lidiado con la obesidad desde una edad temprana, enfrentándose no solo a problemas de salud, sino también a un doble estigma: el del sobrepeso y la culpa social que lo acompaña.
La percepción errónea de que la obesidad es resultado de decisiones individuales ha sido alimentada por la desinformación y la falta de comprensión sobre las causas subyacentes de esta condición. Un estudio reciente de la Universidad del País Vasco revela que el 47% de los encuestados cree que la obesidad es consecuencia de la falta de cuidado personal, una afirmación que ignora la complejidad biológica y social de la obesidad. Miren Rodríguez, investigadora del estudio, enfatiza que la obesidad es el resultado de múltiples factores, incluyendo aspectos biológicos, genéticos, emocionales y sociales.
La presión social para ajustarse a un ideal de delgadez es especialmente intensa en las mujeres, lo que contribuye a la estigmatización de quienes no cumplen con estos estándares. Las redes sociales, en particular Instagram, han sido criticadas por perpetuar una imagen distorsionada de la realidad, donde los cuerpos no delgados son invisibilizados. Esta situación es aún más preocupante para los niños, quienes pasan cada vez más tiempo en línea y menos en el mundo real, lo que les impide ver la diversidad de cuerpos que existe en la vida cotidiana.
La madre de Oier, en el documental ‘Obesidad infantil. La pandemia ignorada’, plantea una pregunta crucial: ¿qué pensamos realmente al ver a una persona con sobrepeso? Esta reflexión es fundamental para entender cómo la gordofobia se manifiesta en la sociedad. La psicóloga Esther Boada, quien ha trabajado con Oier, señala que la culpa que sienten las personas con sobrepeso es un obstáculo para el cambio. Cuando se les hace sentir que su condición es resultado de una falta de voluntad, se genera un ciclo de vergüenza y bloqueo que dificulta cualquier intento de mejorar su salud.
La ciencia también ha comenzado a cuestionar el enfoque tradicional sobre la obesidad. Un artículo reciente de expertos alemanes sugiere que las recomendaciones actuales sobre la pérdida de peso, que se centran en la restricción calórica y el aumento de la actividad física, son ineficaces a largo plazo y pueden incluso causar daño psicológico. En lugar de enfocarse únicamente en el peso, se propone un enfoque más holístico que considere la salud integral del individuo.
El documental de la Fundación Gasol, aunque busca crear conciencia sobre la obesidad infantil, también ha sido criticado por su enfoque limitado en la alimentación como causa principal. La psicóloga Boada argumenta que este tipo de mensajes son reduccionistas y pueden contribuir a la culpa y el estigma en lugar de ofrecer soluciones efectivas. La obesidad es una condición compleja que no puede ser abordada simplemente a través de cambios en la dieta.
La realidad es que muchos niños, como Oier, no caen en los patrones de comportamiento asociados con la obesidad, como el sedentarismo o una mala alimentación, y aún así enfrentan el estigma social. La Fundación Gasol ha destacado que la obesidad infantil es una “pandemia silenciosa” que afecta a millones de niños en todo el mundo, y que es crucial cambiar la narrativa en torno a esta condición.
Los hábitos de vida de los niños y adolescentes han cambiado drásticamente en las últimas décadas, con un aumento en el tiempo frente a las pantallas y una disminución en la actividad física. Esto, combinado con la presión social y la falta de información precisa, ha creado un entorno en el que la obesidad se convierte en un problema cada vez más prevalente. La Fundación Gasol, a través de su estudio longitudinal Pasos, busca abordar estos problemas y promover hábitos saludables entre los jóvenes.
Es esencial que la sociedad, los padres y los educadores trabajen juntos para desestigmatizar la obesidad y ofrecer un apoyo real a los niños que la enfrentan. Esto implica no solo educar sobre la salud y la nutrición, sino también fomentar un ambiente donde todos los cuerpos sean aceptados y valorados. La lucha contra la obesidad infantil no debe ser solo una cuestión de apariencia, sino un esfuerzo por mejorar la salud y el bienestar de todos los niños, independientemente de su peso.