La madrugada del 10 de septiembre de 2025 marcó un punto de inflexión en la lucha contra el narcotráfico en Canarias. La Guardia Civil, a través de su Equipo contra el Crimen Organizado (ECO Canarias), llevó a cabo una operación de gran magnitud que resultó en la detención de 34 personas, de las cuales 18 fueron enviadas a prisión provisional. Este operativo, conocido como la operación Silbo, reveló la existencia de una organización criminal liderada por Clénder Javier Chinea Chinea, un empresario tinerfeño que había logrado construir un imperio económico a través del tráfico de drogas, principalmente hachís y cocaína.
### La Ascensión de Clénder Javier Chinea
Clénder Javier Chinea, un hombre de 42 años originario de La Gomera, había mantenido una vida relativamente discreta en el barrio de Los Gladiolos, en Santa Cruz de Tenerife. Sin embargo, su patrimonio había crecido de manera exponencial en los últimos años, lo que despertó las sospechas de las autoridades. Chinea era propietario de varios negocios de hostelería y ocio nocturno en puntos estratégicos de la isla, como la Avenida de Anaga y la Plaza de España. Además, tenía intereses en empresas de construcción y en el sector automotriz, lo que le permitió establecer una red de testaferros para ocultar sus actividades delictivas.
La investigación que llevó a su detención se extendió por más de dos años, durante los cuales los agentes del ECO Canarias lograron reunir pruebas suficientes para desmantelar la organización. Chinea no solo era el líder, sino que también contaba con un equipo de colaboradores que desempeñaban roles clave en la operación. Entre ellos se encontraba Manuel Riveiro, un empresario gallego que, junto a Chinea, había preparado un barco pesquero en Guinea Bissau para recibir cargamentos de cocaína provenientes de Sudamérica. Esta colaboración internacional subraya la complejidad y el alcance de la red de narcotráfico que habían establecido.
### Estructura y Funcionamiento de la Organización
La organización liderada por Chinea operaba con una estructura jerárquica bien definida. Cada miembro tenía un papel específico que contribuía al funcionamiento del grupo. Por ejemplo, Juan Manuel Anaya, un hombre establecido en Marbella, se encargaba de negociar la importación de cargamentos de cocaína desde Sudamérica. Su conexión con Chinea era fundamental para asegurar el flujo de drogas hacia Europa.
Otro miembro clave era Abdellah El Kamouni, un ciudadano español de origen marroquí, que actuaba como proveedor de cocaína para Chinea. Su detención en Barcelona fue un golpe significativo para la organización, ya que eliminó a uno de los principales enlaces con los suministradores de droga.
Daniel Stephan, un rumano que controlaba la infraestructura de introducción y distribución de drogas en Lanzarote y Fuerteventura, también jugó un papel crucial. Su residencia en un chalé de lujo en Lanzarote, donde disfrutaba de comodidades que contrastaban con la vida de muchos de sus compatriotas, era un indicativo del éxito de sus actividades delictivas. Junto a él, José Moreno, un patrón de embarcaciones en Fuerteventura, facilitaba el transporte de drogas, utilizando su conocimiento del mar para evadir a las autoridades.
La organización también contaba con un grupo de matones, como Juan David Arcila y Orlán Valencia, quienes aseguraban la protección de la red y llevaban a cabo actividades violentas cuando era necesario. Arcila, un colombiano que controlaba una de las infraestructuras de transporte de drogas, y Valencia, un cubano con formación militar, eran considerados individuos peligrosos por los investigadores.
Además, la organización tenía un laboratorio en El Escobonal, donde se adulteraba la cocaína. Ayoze Benarae, un canario que organizaba la actividad en este laboratorio, y Salvador Marfil, quien vigilaba la finca, eran responsables de asegurar que la producción de droga se mantuviera en funcionamiento.
La red de Clénder no solo se limitaba al tráfico de drogas. También incluía a profesionales como Ladislao Díaz, un abogado que se inmiscuía en las sociedades mercantiles creadas por Chinea, y Tami Nicolás Kalala, un venezolano vinculado a acciones violentas y secuestros dentro de la organización. Esta diversidad de roles demuestra la complejidad de la estructura y cómo cada miembro contribuía al éxito de la operación.
### Impacto de la Operación Silbo
La operación Silbo ha sido considerada una de las más importantes en la lucha contra el narcotráfico en Canarias. La detención de 34 personas y la incautación de bienes y drogas han puesto en jaque a una de las organizaciones más poderosas de la región. La Guardia Civil, junto con el Servicio de Vigilancia Aduanera, ha demostrado su compromiso en desmantelar redes criminales que operan en el archipiélago.
El impacto de esta operación no solo se siente en el ámbito del narcotráfico, sino que también envía un mensaje claro a otros grupos criminales: las autoridades están dispuestas a actuar y a desmantelar cualquier organización que amenace la seguridad y el bienestar de la sociedad. La colaboración entre diferentes cuerpos de seguridad y la utilización de técnicas de investigación avanzadas han sido clave para el éxito de esta operación.
La lucha contra el narcotráfico en Canarias es un desafío constante, pero operaciones como la Silbo son un paso significativo hacia la erradicación de estas organizaciones. La comunidad canaria, que ha sido testigo de los efectos devastadores del narcotráfico, espera que estas acciones continúen y que se logre una reducción en la actividad delictiva en la región.