El Gobierno de Imanol Pradales, que asumió el poder el pasado verano, se ha enfrentado a una serie de desafíos que reflejan las preocupaciones más apremiantes de la sociedad vasca. Con un equipo conformado por 10 consejeros del PNV y 5 del PSE, este Ejecutivo se ha propuesto abordar problemas de gestión y responder a las manifestaciones locales de cuestiones globales que afectan a gobiernos en toda Europa. A un año de su inicio, el lehendakari Pradales ha logrado corregir algunos de los problemas que afectaron a su predecesor, Iñigo Urkullu, aunque aún persisten preocupaciones que dominaron las elecciones del 21 de abril del año pasado.
La contienda electoral se saldó con un empate a 27 escaños entre el PNV y EH Bildu, aunque los jeltzales se impusieron en votos. Sin embargo, las discrepancias entre el PNV y el PSE han aumentado durante este primer año de mandato. Según el último Sociómetro vasco, las principales preocupaciones de la ciudadanía incluyen la vivienda, que ha escalado al primer lugar por primera vez desde 2007, seguida por el mercado laboral, la sanidad, la inseguridad ciudadana y la inmigración. Mikel Gómez, politólogo y analista de la consultoría Silvan & Miracle, señala que aunque las preocupaciones son similares a las que se observan en toda Europa, hay diferencias significativas entre los municipios. Por ejemplo, en núcleos urbanos como Bilbao y Barakaldo, la percepción de inseguridad es más pronunciada, mientras que en Donostia y Gipuzkoa, la vivienda se ha convertido en el principal problema.
A lo largo de este primer año, se ha observado una clara intención del Gobierno de corregir problemas en áreas como la sanidad y de diferenciarse del anterior Ejecutivo. Aunque el Gobierno vasco ha recibido valoraciones positivas, especialmente en el caso del lehendakari Urkullu, la marca PNV ha enfrentado una crisis electoral. El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, Ludger Mees, también destaca que se han logrado avances en la gestión de algunas carteras, como en Salud, donde el nuevo consejero ha aportado valor, y en la resolución de conflictos internos en la Ertzaintza. Además, se han tomado decisiones rápidas en respuesta a los aranceles impuestos por Trump y se han observado avances en el autogobierno, aunque persisten resistencias.
El estilo del Gobierno, según Mees, es otro aspecto positivo. Tanto el lehendakari como sus consejeros mantienen un enfoque sosegado y evitan polémicas innecesarias, lo que contrasta con la situación política en Madrid. Sin embargo, el catedrático también señala que los desacuerdos recurrentes con el socio socialista son un punto negativo. A pesar de que hay más luces que sombras, un Gobierno de coalición no debería permitir que surjan tantas discrepancias, lo que podría ser un intento de los socialistas de marcar su propio perfil.
La gestión del problema de la vivienda se perfila como un aspecto clave para el resto de la legislatura. La preocupación por este tema ha aumentado un 20% en el último año, según el Sociómetro vasco. Mees subraya que el Gobierno debe reconocer que la crisis de la vivienda no solo afecta a los más desfavorecidos, sino que también impacta a las clases medias, que son fundamentales para la democracia. Cuando estas clases se sienten amenazadas y ven que sus problemas no tienen solución, se corre el riesgo de que surjan soluciones simplistas y extremistas. Por lo tanto, es crucial ampliar las medidas de protección para incluir a las clases medias, que también necesitan apoyo.
Mikel Gómez añade que los socialistas han buscado marcar perfil tras una mejora electoral, optando por no entrar en el Gobierno y proyectándose a través de conflictos públicos con el PNV. A pesar de esto, algunos consejeros socialistas, como Denis Itxaso, que gestiona Vivienda, han adoptado un enfoque colaborativo. En este contexto, Mees sugiere que el lehendakari debería cuidar la cohesión interna de su Gobierno, ya que su gestión será evaluada en función de su capacidad para abordar cuestiones económicas y áreas que son pilares del autogobierno.
La preocupación por la inseguridad se observa de manera localizada en ciertos núcleos urbanos, mientras que la sanidad y la educación, especialmente en relación con la integración de inmigrantes y el uso del euskera, seguirán siendo temas centrales. Aunque un año es un periodo corto para evaluar el impacto de un Gobierno, las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para el futuro del Ejecutivo vasco y su capacidad para responder a las necesidades de la ciudadanía.