El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) presenta características específicas para los contribuyentes mayores de 65 años, quienes en su mayoría son pensionistas. Este grupo debe tributar por los ingresos que perciben a través de prestaciones de jubilación, mutualidades y planes de pensiones. Sin embargo, al realizar la declaración de la renta para el periodo 2024-2025, pueden beneficiarse de diversas exenciones, deducciones y ventajas fiscales que les permiten optimizar su situación tributaria.
Uno de los aspectos más relevantes es que muchos jubilados quedan exentos de pagar impuestos si sus ingresos no superan los 22.000 euros anuales si provienen de un único pagador, o 15.876 euros si tienen más de un pagador. Esto significa que una parte significativa de este colectivo no está obligada a presentar la declaración, lo que representa un alivio fiscal considerable. Además, algunas prestaciones públicas, como las ayudas para la estancia en residencias públicas o las prestaciones por incapacidad permanente, están exentas de tributación.
Los contribuyentes mayores de 65 años también se benefician de un aumento en el mínimo personal general, que pasa de 5.550 a 6.700 euros. A partir de los 75 años, se añade un incremento adicional de 1.400 euros. En el caso de las declaraciones conjuntas, solo se aplica el incremento por edad al cónyuge que lo cumpla. Además, los descendientes de personas mayores de 65 años pueden aplicar un mínimo adicional de 1.150 euros en su declaración, y si el ascendiente es mayor de 75 años, se suman otros 1.400 euros, siempre que sean convivientes y no superen ciertos límites de ingresos.
Otro beneficio fiscal importante es la exención de las ganancias obtenidas por la venta de la vivienda habitual. Esto también se aplica a la venta de patrimonio, siempre que el beneficio se reinvierta en rentas vitalicias, aunque se tributará por la cantidad que exceda de 240.000 euros. Además, los ingresos derivados de una hipoteca inversa sobre la vivienda habitual están exentos de impuestos, siempre que se cumplan ciertos requisitos normativos. En este caso, solo se debería declarar si se realiza una donación del bien en vida, lo que se consideraría como una donación y no como ingreso en el IRPF.
Los mayores de 65 años que viven de alquiler también pueden beneficiarse de deducciones en los importes abonados, que pueden llegar hasta un 10%, siempre que su base imponible no supere los 24.107,20 euros al año. Sin embargo, esta deducción varía según la comunidad autónoma. Por ejemplo, en Andalucía, la deducción es del 15%.
En cuanto a los planes de pensiones, los contribuyentes mayores de 65 años pueden acogerse a una reducción de hasta el 40% en el rescate de un plan de pensiones en forma de capital, es decir, cuando se percibe todo el dinero de una vez. Es importante tener en cuenta que las aportaciones deben ser anteriores a 2007 para poder beneficiarse de esta reducción.
Un cambio significativo en la normativa de la renta afecta a los pensionistas que cotizaron a través de las antiguas mutualidades antes de 1978 y que sufrieron una doble imposición. Estos contribuyentes ahora pueden solicitar la devolución de las cantidades abonadas indebidamente al fisco en un único pago, en lugar de hacerlo año a año. Para ello, deben presentar el formulario de solicitud en la sede electrónica de la Agencia Tributaria, incluyendo su número de cuenta bancaria y un teléfono de contacto. Esta devolución cubre los ejercicios no prescritos entre 2019 y 2022.
En resumen, los contribuyentes mayores de 65 años tienen a su disposición una serie de beneficios fiscales que pueden facilitar su situación tributaria y mejorar su calidad de vida. Es recomendable que se informen adecuadamente sobre estos beneficios y consideren la posibilidad de recibir asesoramiento fiscal para maximizar sus ventajas en la declaración de la renta.