La llegada de un hijo transforma la vida de una mujer en múltiples aspectos, y la sexualidad no es la excepción. A menudo, se asocia la maternidad con la pérdida del deseo sexual, pero esta percepción es simplista y no refleja la complejidad de la experiencia femenina. La sexóloga Sonia Encinas, con años de experiencia en el acompañamiento de mujeres y parejas, señala que muchas madres se encuentran en una situación en la que mantienen relaciones sexuales coitales antes de explorar su propia sexualidad. Esto, según Encinas, es un símbolo de las expectativas sociales que rodean a la maternidad y la sexualidad.
### Cambios Fisiológicos y su Impacto en el Deseo Sexual
Para entender cómo la maternidad afecta el deseo sexual, es crucial considerar los cambios fisiológicos que ocurren en el cuerpo de la mujer. Durante el embarazo, los niveles de hormonas como el estrógeno y la progesterona fluctúan significativamente. La obstetra y ginecóloga Laia Vidal explica que, en el primer trimestre, la progesterona predomina, lo que puede llevar a una disminución del deseo sexual. Este fenómeno se debe a que muchas mujeres se sienten más introspectivas y experimentan ansiedad relacionada con el embarazo. Sin embargo, a partir de la semana 12, los niveles de estrógeno comienzan a aumentar, lo que puede resultar en un aumento del deseo sexual.
A pesar de estos cambios hormonales, muchas mujeres descubren una nueva conexión con su cuerpo y su sexualidad durante el embarazo. Algunas incluso reportan haber experimentado sus primeros orgasmos en esta etapa, gracias a una mayor sensibilidad corporal y a la autoexploración. Sin embargo, persisten tabúes en torno a la masturbación y el sexo durante el embarazo, a menudo alimentados por el miedo a dañar al bebé. Es importante destacar que, salvo contraindicaciones médicas, el placer sexual es seguro y puede ser beneficioso tanto para la madre como para el bebé, ya que el orgasmo libera oxitocina, una hormona que también beneficia al feto.
Después del parto, el cuerpo de la mujer experimenta una caída brusca de hormonas, lo que puede provocar una sensación de tristeza conocida como «baby blues». Este periodo puede durar de dos a tres semanas, y aunque los niveles hormonales comienzan a estabilizarse, la lactancia materna puede influir en la libido. La prolactina, la hormona responsable de la producción de leche, inhibe la ovulación y puede afectar el deseo sexual. Esto significa que muchas mujeres pueden no sentirse listas para reanudar su vida sexual durante un tiempo, lo que puede generar frustración y ansiedad.
### La Dimensión Emocional del Deseo Sexual
El deseo sexual no se limita al acto coital; abarca una amplia gama de emociones y experiencias. Encinas enfatiza que muchas veces se asocia el deseo exclusivamente con el sexo penetrativo, lo que limita la comprensión de la sexualidad. La matrona Montse Angulo también resalta que la sexualidad incluye el afecto, el vínculo emocional y el placer que puede surgir de caricias y momentos de intimidad.
El seguimiento postparto es crucial para abordar estas cuestiones. Las matronas realizan valoraciones del estado físico de la mujer y ofrecen información sobre métodos anticonceptivos. Sin embargo, el enfoque en la sexualidad a menudo se limita a la reanudación de las relaciones sexuales, sin considerar el bienestar emocional y físico de la madre. Encinas menciona que muchas mujeres sienten una presión para cumplir con las expectativas sociales de volver a tener relaciones sexuales rápidamente, lo que puede generar ansiedad y frustración.
La corresponsabilidad en el hogar es un factor clave que influye en el deseo sexual. Muchas mujeres se sienten abrumadas por la carga de las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, lo que puede afectar su libido. Encinas explica que, cuando las parejas asumen sus responsabilidades de manera equitativa, las mujeres se sienten más apoyadas y, como resultado, pueden experimentar un aumento en su deseo sexual. La presión para cumplir con las expectativas de la sociedad puede ser abrumadora, y muchas mujeres no se sienten preparadas para reanudar su vida sexual hasta mucho después del parto.
La maternidad es un viaje complejo que implica cambios físicos, emocionales y sociales. La sexualidad en este contexto no debe ser vista como un deber, sino como una parte integral de la vida de la mujer que merece ser explorada y entendida en toda su complejidad. La educación y el apoyo adecuados son esenciales para ayudar a las mujeres a navegar por esta nueva etapa de sus vidas, permitiéndoles reconectar con su deseo y su sexualidad de una manera saludable y positiva.