La reciente decisión del Ayuntamiento de Santander de retirar los honores otorgados a Francisco Franco marca un hito significativo en la lucha por la memoria democrática en España. Este acto, que se formalizó el 7 de mayo de 2025, pone fin a décadas de controversia sobre el legado del dictador en la ciudad y refleja un cambio en la percepción pública y política sobre el franquismo.
### Contexto Histórico y Legal
La historia de los honores otorgados a Franco en Santander se remonta a mediados del siglo XX, cuando el régimen franquista consolidó su poder en España. Franco fue nombrado alcalde honorario de la ciudad en varias ocasiones, y se le otorgaron distinciones como la Medalla de Oro y la Llave de Oro, símbolos de reconocimiento que han sido objeto de debate en los últimos años. Sin embargo, la Ley de Memoria Democrática, que busca eliminar símbolos y honores relacionados con el franquismo, ha impulsado a las autoridades a revisar estos acuerdos.
La decisión de retirar estos honores no es un acto aislado, sino el resultado de un proceso legal que comenzó en 2015, cuando se aprobó un acuerdo para eliminar los reconocimientos franquistas. A pesar de este acuerdo, la implementación había sido escasa, lo que llevó a la Fiscalía de Derechos Humanos y Memoria Democrática a intervenir. La llegada del fiscal delegado Carlos Yáñez fue crucial, ya que su firmeza en la aplicación de la ley obligó al Ayuntamiento a actuar, evidenciando la resistencia que existía en algunos sectores políticos para abordar este tema.
El pleno del Ayuntamiento, que aprobó la revocación de los honores con el apoyo de todos los grupos políticos excepto Vox, demuestra un consenso creciente sobre la necesidad de enfrentar el pasado y avanzar hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa con los derechos humanos. La Fiscalía había denunciado la actitud de “inadmisible rebeldía” del Ayuntamiento por no cumplir con la ley, lo que subraya la importancia de la intervención judicial en este proceso.
### Cambios Simbólicos y su Impacto en la Sociedad
Además de la revocación de los honores a Franco, el Ayuntamiento de Santander ha decidido cambiar oficialmente el nombre de 15 calles que estaban vinculadas al franquismo. Esta modificación, que llevaba una década pendiente, representa un cambio simbólico importante en la ciudad y refleja un esfuerzo por deshacerse de los vestigios de un pasado que muchos consideran doloroso y divisivo.
Los cambios en la nomenclatura de las calles son más que simples modificaciones administrativas; son un intento de construir una memoria colectiva que reconozca las injusticias del pasado y promueva una identidad más democrática. Al eliminar nombres asociados con figuras del régimen franquista, el Ayuntamiento busca fomentar un entorno que valore la diversidad y el respeto por los derechos humanos.
Este tipo de acciones no solo tienen un impacto en la memoria histórica, sino que también influyen en la percepción de las nuevas generaciones sobre la historia de España. La educación y la memoria son fundamentales para evitar la repetición de errores del pasado, y la retirada de honores y símbolos franquistas es un paso hacia la reconciliación y el entendimiento.
La respuesta de la ciudadanía ha sido en su mayoría positiva, con muchos grupos memorialistas y ciudadanos aplaudiendo la decisión del Ayuntamiento. Sin embargo, también ha habido voces críticas, especialmente entre algunos sectores de la derecha, que consideran que estas acciones son un intento de reescribir la historia. Este debate pone de manifiesto la polarización que aún existe en la sociedad española respecto al legado del franquismo y la Guerra Civil.
La intervención de la Fiscalía y la aprobación de estas medidas por parte del Ayuntamiento de Santander son un reflejo de un cambio más amplio en la política española, donde la memoria histórica y la justicia social están ganando terreno. A medida que más ciudades y comunidades revisan sus vínculos con el pasado franquista, se abre un espacio para el diálogo y la reflexión sobre cómo construir un futuro más justo y equitativo.
La decisión de Santander puede servir de modelo para otras localidades que aún mantienen honores o símbolos vinculados al franquismo. La presión social y legal puede ser un motor de cambio, y la experiencia de Santander demuestra que, aunque el camino puede ser largo y complicado, es posible avanzar hacia una sociedad que reconozca y respete su historia, aprendiendo de ella para no repetir los errores del pasado.