La gastronomía catalana ha perdido a una de sus figuras más emblemáticas con el fallecimiento de Montse Guillén, quien dejó una huella imborrable en el mundo de la cocina. A los 79 años, esta cocinera y restauradora catalana falleció en Barcelona, dejando un legado que trasciende fronteras y que ha influido en la forma en que se percibe la cocina catalana en el ámbito internacional. Su vida estuvo marcada por la pasión por la cocina, la innovación y la fusión de arte y gastronomía, un enfoque que la llevó a ser reconocida no solo en España, sino también en Estados Unidos.
Montse Guillén nació en una familia de restauradores, lo que le permitió crecer en un entorno donde la cocina era más que una simple actividad: era una forma de vida. Sus padres, Jaime y Lola Pijoan, fueron los propietarios del restaurante ‘Can Borrell’ en Meranges, Girona, donde lograron obtener una estrella Michelin. Esta herencia familiar fue fundamental para que Montse desarrollara su carrera en el mundo de la gastronomía, donde no solo se limitó a seguir los pasos de sus padres, sino que también buscó innovar y llevar la cocina catalana a nuevas alturas.
Uno de los hitos más significativos en la carrera de Guillén fue la apertura de su restaurante ‘MG’ en 1980, ubicado en la calle Marià Cubí de Barcelona. Este local se convirtió en un referente de la modernidad culinaria de la capital catalana durante esa década. En ‘MG’, Montse combinó ingredientes innovadores con técnicas tradicionales, creando platos que sorprendían y deleitaban a sus comensales. Su enfoque en la calidad de los ingredientes y la presentación de los platos la llevaron a convertirse en una figura respetada en el panorama gastronómico.
### La fusión de arte y gastronomía
La colaboración de Montse Guillén con su pareja, el artista Antoni Miralda, fue otro aspecto clave de su carrera. Juntos, impulsaron el concepto de FoodCultura, una iniciativa que buscaba reflexionar sobre la influencia de los alimentos y la cocina en la cultura. Este enfoque interdisciplinario les permitió explorar la conexión entre la gastronomía, el arte y la sociedad, creando experiencias únicas que trascendían la simple degustación de alimentos.
En 1984, Guillén y Miralda abrieron el ‘Internacional Tapas Bar & Restaurant’ en Nueva York, un establecimiento que se convirtió en un punto de encuentro para artistas y celebridades. Este restaurante no solo ofrecía tapas, sino que también era un espacio donde se celebraban eventos artísticos y culturales. La clientela incluía a figuras icónicas como Andy Warhol, lo que contribuyó a la popularización de la cocina española en Estados Unidos. La combinación de arte y gastronomía en este local fue un reflejo del enfoque innovador de Guillén, quien siempre buscó romper barreras y ofrecer algo más que una simple comida.
La influencia de Montse Guillén no se limitó a sus restaurantes. Su trabajo con Antoni Miralda dio lugar a la creación del Pabellón de la Alimentación para la Expo 2000 en Hannover, Alemania. Este proyecto vinculó la cultura de la alimentación con disciplinas como la ciencia, la antropología y la tecnología, mostrando cómo la comida puede ser un vehículo para la expresión cultural y artística. La visión de Guillén y Miralda se formalizó en 2003 con la creación de una asociación, que en 2007 se convirtió en una fundación privada sin ánimo de lucro, dedicada a promover la cultura alimentaria.
### Un legado perdurable
El impacto de Montse Guillén en la gastronomía es innegable. Su capacidad para fusionar tradición e innovación ha dejado una marca en la cocina catalana y ha inspirado a nuevas generaciones de chefs y restauradores. Su enfoque en la calidad, la creatividad y la presentación de los platos ha elevado la cocina catalana a un nivel de reconocimiento internacional, convirtiéndola en un referente en el mundo gastronómico.
A lo largo de su vida, Montse Guillén no solo fue una cocinera talentosa, sino también una embajadora de la cultura catalana. Su legado perdurará en los corazones de aquellos que tuvieron la oportunidad de disfrutar de su cocina y en la memoria colectiva de la gastronomía española. La influencia de su trabajo se sentirá en cada plato que celebre la riqueza de la cocina catalana, recordando siempre la pasión y dedicación que Montse Guillén aportó a su arte.