La milicia chií Hizbulah ha manifestado su disposición a negociar la entrega de sus armas, un cambio significativo en su postura histórica, condicionado a la retirada de las tropas israelíes del sur de Líbano. Este anuncio se produce en un contexto de tensiones persistentes entre ambos países, marcadas por bombardeos y ataques recíprocos que han continuado incluso después de un alto el fuego declarado en noviembre del año pasado.
La situación actual se ha visto agravada por la reciente escalada de violencia, donde Israel ha intensificado sus ataques aéreos contra objetivos de Hizbulah, en respuesta a lanzamientos de misiles hacia su territorio. Sin embargo, el grupo armado ha negado cualquier vinculación con estos incidentes, lo que ha llevado a un clima de desconfianza y tensión en la región.
El presidente libanés, Joseph Aoun, quien asumió el cargo en enero, ha expresado su intención de establecer un monopolio estatal sobre el control de las armas en el país. Este enfoque busca consolidar la autoridad del Estado y reducir la influencia de grupos armados como Hizbulah. En este sentido, el alto mando de la milicia ha indicado que está dispuesto a discutir el desarme en el marco de una estrategia nacional de defensa, siempre que se cumplan ciertas condiciones, como la retirada israelí de cinco colinas estratégicas en el sur del Líbano.
Este anuncio representa un cambio notable en la retórica de Hizbulah, que históricamente ha defendido su derecho a mantener un arsenal militar como parte de su resistencia contra Israel. La disposición a negociar el desarme podría abrir un nuevo capítulo en las relaciones entre Líbano e Israel, aunque el éxito de estas conversaciones dependerá de la voluntad de ambas partes para comprometerse y cumplir con los acuerdos.
La situación se complica aún más por el contexto regional. La caída del régimen de Bashar al Asad en Siria ha afectado las rutas de suministro de armamento a Hizbulah, lo que ha debilitado su capacidad operativa. Además, la relación de Hizbulah con Irán, su principal aliado y fuente de financiación, se encuentra bajo presión debido a las tensiones con la administración estadounidense, que ha adoptado una postura más agresiva hacia Teherán.
A pesar de la disposición de Hizbulah a negociar, Israel ha mantenido una postura cautelosa. Las autoridades israelíes han declarado que no están dispuestas a aceptar un desarme unilateral sin garantías de seguridad. La enviada estadounidense, Morgan Ortagus, ha reiterado la necesidad de que Hizbulah y otros grupos armados se desarmen, enfatizando que el ejército libanés debe asumir el control de la seguridad en el país.
La dinámica de poder en Líbano también juega un papel crucial en este proceso. La figura de Nabih Berri, presidente del Parlamento y líder del partido chií Amal, se ha vuelto central en las negociaciones. Su influencia podría facilitar un acuerdo entre Hizbulah y el gobierno libanés, aunque las divisiones internas y la desconfianza hacia Israel complican el panorama.
La posibilidad de un desarme de Hizbulah podría tener repercusiones significativas en la estabilidad de Líbano y en la seguridad regional. Sin embargo, el camino hacia un acuerdo es incierto y estará marcado por la evolución de las relaciones entre Líbano, Israel e Irán, así como por la respuesta de la comunidad internacional ante esta nueva fase de diálogo.
En resumen, la disposición de Hizbulah a discutir su desarme representa un cambio histórico en la política de la milicia, aunque su implementación dependerá de múltiples factores, incluyendo la retirada israelí y la situación política interna en Líbano. La comunidad internacional observa de cerca estos desarrollos, conscientes de que cualquier avance en este sentido podría alterar el equilibrio de poder en la región.