La reciente absolución del futbolista Dani Alves por un tribunal español ha desatado una ola de reacciones en el ámbito político y judicial. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, se vio envuelta en la controversia tras calificar la decisión judicial de «vergüenza», lo que provocó una respuesta inmediata de diversas instituciones y figuras del ámbito legal.
La polémica comenzó cuando Montero, durante su intervención en un foro en Sevilla, expresó su desacuerdo con la sentencia que absolvió a Alves de un delito de violación. Sus palabras generaron un fuerte rechazo, especialmente entre jueces, fiscales y abogados, quienes interpretaron sus comentarios como un cuestionamiento a la presunción de inocencia, un principio fundamental del Estado de derecho.
En respuesta a la indignación generada, Montero se vio obligada a rectificar sus declaraciones. En un acto posterior, pidió disculpas y aclaró que no tenía la intención de menoscabar la presunción de inocencia. «En la literalidad de la expresión que utilicé se puede concluir que cuestioné la presunción de inocencia, pilar del Estado de derecho. La retiro y pido disculpas por ella», afirmó. A pesar de su disculpa, Montero mantuvo su postura de que la sentencia representa un retroceso en los derechos de las mujeres.
La reacción de las instituciones no se hizo esperar. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el Consejo General de la Abogacía emitieron comunicados en defensa de la sentencia y en apoyo a la presunción de inocencia. Ambas entidades subrayaron la importancia de que los representantes públicos sean responsables en sus declaraciones, especialmente en temas tan delicados como los delitos de violencia sexual. El CGPJ enfatizó que la protección de las víctimas no debe implicar la renuncia a derechos fundamentales como la presunción de inocencia.
El debate generado por las palabras de Montero también ha puesto de relieve la tensión existente entre la necesidad de apoyar a las víctimas y el respeto a los derechos de los acusados. Este dilema ha sido objeto de discusión en múltiples ocasiones, y la reciente absolución de Alves ha reavivado el tema en la esfera pública.
Desde el ámbito político, otros miembros del Gobierno también se pronunciaron sobre el asunto. La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, defendió a Montero, argumentando que su comentario reflejaba el desconcierto de una parte significativa de la sociedad ante la sentencia. Alegría instó a las mujeres a seguir denunciando casos de violencia, resaltando la importancia de no desanimar a las víctimas en su búsqueda de justicia.
La controversia no solo ha afectado a los políticos, sino que también ha generado protestas en las calles. En Barcelona, se llevó a cabo una manifestación frente al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, donde se escucharon consignas en contra de la absolución de Alves y en apoyo a las víctimas de violencia sexual. La canción «Rata de dos patas» de Paquita la del Barrio resonó durante la protesta, simbolizando el descontento de muchos ciudadanos con la decisión judicial.
Las reacciones a la absolución de Dani Alves han puesto de manifiesto la polarización de opiniones en torno a la justicia en casos de violencia sexual. Mientras algunos defienden la decisión del tribunal como un cumplimiento de la ley y la presunción de inocencia, otros consideran que representa un fracaso del sistema judicial en la protección de las víctimas.
La situación ha llevado a un debate más amplio sobre la necesidad de reformar el sistema judicial para garantizar que se escuchen y se respeten las voces de las víctimas, sin comprometer los derechos de los acusados. Este dilema ético y legal continúa siendo un tema candente en la sociedad española, y las declaraciones de figuras públicas como María Jesús Montero solo han intensificado la discusión.