La plaza Murillo, en La Paz, ha sido el escenario de un evento histórico que marca un nuevo capítulo en la política boliviana. Rodrigo Paz Pereira, hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, ha asumido la presidencia de Bolivia, un acto que simboliza el fin de la era socialista de Evo Morales y la llegada de una nueva propuesta política centrada en la socialdemocracia. Este cambio de liderazgo se produce en un contexto de desafíos económicos y sociales que el nuevo mandatario deberá enfrentar con urgencia.
### Un Nuevo Liderazgo en un Contexto Cambiante
Rodrigo Paz Pereira, con 58 años, ha logrado captar la atención del electorado boliviano con su mensaje moderado y su enfoque en la socialdemocracia centrista. Su victoria en la primera vuelta electoral fue una sorpresa, consolidándose en el balotaje de octubre pasado. Este triunfo es significativo no solo por su legado familiar, sino también por la promesa de un cambio en la dirección política del país.
La campaña de Paz se caracterizó por un enfoque conciliador, evitando ataques directos al Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que gobernó durante dos décadas. Este enfoque ha sido clave para atraer a un electorado que, aunque desencantado, aún tiene vínculos con el partido de Morales. Según el sociólogo boliviano Pablo Montenegro, más del 60% de la población ha votado por el MAS en algún momento, lo que hace necesario un enfoque más moderado para recuperar la confianza de esos votantes.
Paz ha prometido un “capitalismo para todos”, buscando facilitar el acceso a créditos y reducir la carga tributaria. Este enfoque es un intento de mantener los beneficios sociales que han sido parte del legado del MAS, mientras se busca revitalizar la economía del país. Sin embargo, el nuevo presidente se enfrenta a un desafío inmediato: la crisis de desabastecimiento de combustibles que ha afectado a Bolivia en los últimos años.
### Desafíos Económicos y Relaciones Internacionales
Uno de los mayores retos que enfrenta Rodrigo Paz es la crisis del sector energético, especialmente en la producción y exportación de gas natural. Bolivia ha experimentado un déficit significativo en este sector, lo que ha impactado su capacidad para importar combustibles esenciales como el diésel y la gasolina. La situación se ha agravado en 2023 debido a la escasez de dólares, lo que ha llevado a restricciones en las transacciones en esta divisa.
Para abordar esta crisis, Paz deberá garantizar el suministro de carburantes, lo que implica atraer inversiones y divisas al país. A pesar de su reticencia durante la campaña a depender de prestamistas internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), sus primeros movimientos como presidente han indicado un acercamiento a Estados Unidos y otras potencias económicas. Esto plantea interrogantes sobre la dirección de su política exterior y su disposición a comprometerse con organismos internacionales para estabilizar la economía.
El nuevo mandatario también busca redefinir las relaciones diplomáticas de Bolivia, alejándose de la alineación ideológica que caracterizó al gobierno de Evo Morales. Según el analista político Raúl Peñaranda, Paz tiene la oportunidad de establecer vínculos más equilibrados con otros países, sin las limitaciones ideológicas que impuso el anterior gobierno. Esto podría abrir la puerta a nuevas alianzas y oportunidades comerciales que beneficien a Bolivia en el contexto global.
La política exterior de Paz podría ser un reflejo de su enfoque moderado y pragmático, buscando mantener relaciones con potencias como China y Rusia, mientras se abre a la cooperación con Estados Unidos y otros países de la región. Este cambio podría ser crucial para atraer inversiones y mejorar la situación económica del país, que ha estado estancada en los últimos años.
### Reconstrucción Institucional y Desafíos Políticos
Además de los desafíos económicos, Rodrigo Paz enfrenta la tarea de reconstruir la institucionalidad boliviana, que ha sido debilitada por el modelo de “democracia plebiscitaria” implementado por Evo Morales. Este modelo, que priorizaba los plebiscitos como herramienta de legitimación, ha llevado a una erosión de las instituciones democráticas y a un debilitamiento del estado de derecho en Bolivia.
La necesidad de reinstitucionalizar la democracia es urgente, y Paz deberá trabajar para restaurar la confianza en las instituciones y en el sistema político en general. Esto implica no solo un cambio en la retórica, sino también en la práctica política, promoviendo un diálogo inclusivo y una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones.
El nuevo presidente también contará con el apoyo de su vicepresidente, Edmand Lara, un excapitán de la policía que ha ganado popularidad en el país. Juntos, deberán enfrentar la resistencia de sectores que aún se alinean con el legado de Morales, mientras intentan implementar reformas que respondan a las necesidades de la población.
La tarea de Paz no será fácil, pero su enfoque moderado y su disposición a dialogar con diferentes sectores de la sociedad podrían ser la clave para lograr un cambio significativo en Bolivia. La historia política del país está marcada por ciclos de polarización y conflicto, y la capacidad de Paz para navegar estos desafíos determinará el futuro de su gobierno y el bienestar de la población boliviana.
La llegada de Rodrigo Paz Pereira a la presidencia representa una oportunidad para Bolivia de reorientar su rumbo político y económico. Con un enfoque en la socialdemocracia centrista y la promesa de un gobierno más inclusivo, el nuevo mandatario tiene la responsabilidad de enfrentar los desafíos que se avecinan y de trabajar por un futuro más próspero para todos los bolivianos.
