En el corazón del Principado de Asturias, un pequeño pueblo llamado Sietes se ha convertido en un símbolo de la intersección entre la tecnología y la cultura local. Este otoño, los habitantes de Sietes celebran con nostalgia un evento que marcó un hito en su historia: la presentación mundial de Windows 7, llevada a cabo por Microsoft en 2009. A pesar de que han pasado dieciséis años desde aquel día, el recuerdo de la jornada sigue vivo en la memoria de sus vecinos, quienes comparten anécdotas y relatos que reflejan el impacto que tuvo este evento en su comunidad.
La elección de Sietes por parte de Microsoft no fue casual. La aldea, con su nombre peculiar y su escaso número de habitantes, fue seleccionada para subrayar la idea de que Windows 7 era un sistema operativo accesible para todos, incluso para aquellos que no estaban familiarizados con la informática. Esta narrativa fue acompañada de una intensa campaña mediática que transformó el paisaje del pueblo. Las casas a la entrada de Sietes fueron pintadas con los colores corporativos de Microsoft, y se instalaron grandes letras con el logotipo de Windows, convirtiendo al pueblo en un atractivo turístico que atrajo a periodistas y curiosos de todas partes.
### Un Evento que Transformó la Comunidad
La presentación oficial de Windows 7 tuvo lugar en la Casa L’Horreu, un emblemático edificio del pueblo. En este lugar, todavía se puede encontrar una placa conmemorativa que recuerda el evento. Los propios vecinos de Sietes se convirtieron en protagonistas de los materiales promocionales de Microsoft, apareciendo en grabaciones que mostraban su vida cotidiana, desde labores en el campo hasta interacciones en la calle. Isidoro Granja, delegado de alcaldía, recuerda con entusiasmo cómo aquel día fue “algo muy ilusionante” que permitió “darle protagonismo al pueblo”.
María Jesús Huernes, una de las vecinas que vivió el evento, rememora la expectación que generó la llegada de visitantes: “La gente venía preguntando por aquello”, dice, evocando las numerosas visitas de curiosos y viajeros que se acercaron a Sietes para conocer el lugar que había sido elegido por una de las empresas más grandes del mundo.
El impacto de la presentación de Windows 7 no solo fue mediático. La acción dejó un legado tangible en la comunidad. Se estableció un telecentro en el pueblo, donde los vecinos podían aprender a utilizar ordenadores, lo que contribuyó a popularizar el uso de la tecnología en la zona. Sin embargo, este telecentro cerró unos años después, a medida que los dispositivos personales se volvieron más comunes y accesibles.
### Recuerdos que Persisten
A pesar del paso del tiempo y de que muchas casas en Sietes han quedado deshabitadas, los recuerdos de aquel evento siguen vivos. Los pocos vecinos que aún residen en el pueblo admiten que las grandes letras del logotipo de Windows ya no están, y que la atención mediática que una vez atrajo a tantos visitantes se ha diluido. Sin embargo, insisten en que el episodio les dejó algo más que fotos: una historia que cuentan con cariño y la esperanza de recuperar impulso demográfico y cultural.
La memoria de la presentación de Windows 7 ha quedado grabada en la identidad de Sietes. Las fachadas pintadas y la placa conmemorativa son testigos de un momento que, aunque efímero, dejó una huella profunda en la comunidad. Los vecinos continúan compartiendo sus anécdotas, recordando cómo un evento tecnológico global logró poner a su pequeño pueblo en el mapa.
La historia de Sietes es un recordatorio de cómo la tecnología puede influir en las comunidades locales, generando un impacto que va más allá de lo inmediato. A medida que el mundo avanza hacia un futuro cada vez más digital, la experiencia de Sietes puede servir como un ejemplo de cómo las pequeñas localidades pueden adaptarse y beneficiarse de los cambios tecnológicos, siempre que se mantenga viva la conexión con su identidad y cultura.
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la historia de Sietes nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar nuestras raíces y tradiciones, incluso en medio de la modernidad. La comunidad de Sietes, con su rica historia y su legado, sigue siendo un ejemplo de cómo un pequeño pueblo puede dejar una marca en el mundo, incluso a través de un evento tan inesperado como la presentación de un sistema operativo.
Así, mientras los habitantes de Sietes celebran el recuerdo de aquel día, también miran hacia el futuro con la esperanza de revitalizar su comunidad y mantener viva la historia que los unió a un momento tan significativo en la historia de la tecnología.
