Contar calorías, registrar pasos o medir cada entrenamiento puede parecer una forma eficaz de cuidarse. Sin embargo, un estudio reciente revela que muchas personas sienten frustración, culpa o desánimo al usar aplicaciones de fitness y control alimentario. Estas herramientas, que a priori están diseñadas para mejorar la salud y el bienestar, pueden acabar perjudicando la salud emocional de sus usuarios.
### La presión de la perfección en el mundo digital
Un estudio liderado por la University College London (UCL) analizó más de 58,000 publicaciones en Twitter relacionadas con cinco populares aplicaciones de fitness, como Strava y MyFitnessPal. A través de herramientas de inteligencia artificial, los investigadores filtraron los mensajes que contenían sentimientos negativos, encontrando un total de 13,799 publicaciones que reflejaban la frustración de los usuarios. Muchos se sentían avergonzados al registrar alimentos poco saludables, irritados por las constantes notificaciones para registrar calorías y decepcionados por su lento progreso hacia los objetivos establecidos por los algoritmos.
Paulina Bondaronek, investigadora de UCL y autora principal del estudio, señala que estas experiencias pueden desmotivar a las personas y llevarlas a renunciar a sus objetivos de salud. «En estas publicaciones encontramos mucha culpa y vergüenza, y las personas sienten que no lo están haciendo tan bien como deberían. Estos efectos emocionales pueden acabar dañando la motivación de las personas y su salud», explica Bondaronek.
Sara Bujalance, psicóloga y directora de la Fundación Imagen y Autoestima, añade que estas aplicaciones funcionan como calculadoras de calorías y macronutrientes, a menudo vinculadas a una comunidad donde los usuarios registran su actividad física y hábitos alimentarios. Esta dinámica puede generar una presión emocional significativa, ya que los usuarios se sienten evaluados públicamente.
«El conteo de calorías puede disparar pensamientos obsesivos y actitudes rígidas», advierte Bujalance. Frases como ‘hoy he comido demasiado y tengo que compensar’ o ‘no me estoy alimentando bien’ son comunes entre quienes utilizan estas aplicaciones. Este tipo de pensamientos recurrentes puede llevar a un malestar emocional que, en algunos casos, se convierte en un trastorno de la conducta alimentaria.
### El riesgo para los jóvenes
Los especialistas advierten que el uso de estas aplicaciones es particularmente preocupante entre los menores de 30 años, el grupo más vulnerable a desarrollar trastornos alimentarios. A pesar de que son los jóvenes quienes más recurren a estas herramientas para medir su rendimiento deportivo y estado físico, su uso puede tener consecuencias devastadoras para su autoestima y salud mental.
Bujalance explica que una adolescente de 15 años puede pensar que al registrar su dieta está controlando su alimentación y logrando el cambio estético que anhela. Sin embargo, la realidad es que puede recibir comentarios negativos de otros usuarios o no alcanzar los resultados esperados, lo que puede dañar su autoestima y desencadenar problemas emocionales.
El estudio de UCL también revela que muchos usuarios se sorprenden por la falta de personalización y precisión en las recomendaciones que reciben de las aplicaciones. Algunos usuarios informaron que la aplicación les sugería consumir -700 calorías al día, lo que es insostenible y poco saludable. Esto pone de manifiesto que las recomendaciones de estas aplicaciones no siempre se basan en pautas de salud pública, sino que dependen de los objetivos de peso que establece el usuario, lo que puede resultar en sugerencias poco realistas y peligrosas.
Además, la dificultad para cumplir con estos objetivos rígidos puede llevar a la pérdida de motivación y a que la obsesión por medir cada actividad física reduzca el disfrute de la misma. Un usuario de Strava, por ejemplo, logró su mejor marca personal en una media maratón, pero en lugar de celebrar su logro, se mostró decepcionado porque ese tiempo no se registró en la aplicación.
### La necesidad de un enfoque más saludable
La investigación también destaca la importancia de aprender a ser más amables con uno mismo. Bondaronek enfatiza que, aunque el autocontrol y la planificación son técnicas efectivas para el cambio de comportamiento, su uso excesivo puede ser contraproducente. «Necesitamos aprender a ser más amables con nosotros mismos», afirma.
Lucy Porter, psicóloga de la UCL y coautora del estudio, recuerda que sentirse avergonzado y miserable no favorece un cambio de comportamiento saludable a largo plazo. Por ello, es fundamental analizar la prevalencia de estos sentimientos negativos entre los usuarios de aplicaciones de entrenamiento físico y dieta, así como explorar cómo adaptar estas herramientas para satisfacer mejor las necesidades de las personas.
A pesar de los efectos negativos, los investigadores reconocen que las aplicaciones de fitness pueden ofrecer beneficios a muchas personas. Hacer un recuento de lo que se come o cuánto se se mueve puede ser útil, pero debe hacerse con un enfoque en la salud general y no en la pérdida de peso o en la mejora de la imagen corporal. Bujalance sugiere que este seguimiento debe realizarse bajo la supervisión de un profesional que pueda ajustar los objetivos de manera realista y pedagógica, desvinculando la salud de los objetivos estéticos.
En un mundo donde la presión por alcanzar estándares de belleza y rendimiento físico es constante, es esencial que los usuarios de aplicaciones de fitness se enfoquen en su bienestar integral. La salud mental y emocional debe ser una prioridad, y las herramientas digitales deben ser utilizadas de manera consciente y equilibrada, siempre con el apoyo de profesionales que guíen el camino hacia un estilo de vida saludable y sostenible.
