En la era digital, el entretenimiento ha tomado formas inesperadas y, a menudo, perturbadoras. Uno de los fenómenos más inquietantes que ha surgido en los últimos años es el trash streaming, un tipo de transmisión en vivo que se caracteriza por la humillación y el sufrimiento de los creadores de contenido. Este fenómeno ha encontrado un terreno fértil en plataformas como Kick, donde los límites de la moralidad y la ética se difuminan en aras de la audiencia y el dinero.
El trash streaming se manifiesta a través de actos extremos que van desde la auto-humillación hasta la exposición a situaciones peligrosas. Un caso reciente que ha conmocionado a muchos fue el de un streamer francés que falleció durante un reto extremo en el que intentaba mantenerse despierto durante 12 días. Este evento, que fue presenciado por miles de espectadores, plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza del entretenimiento moderno y la responsabilidad de quienes lo consumen.
### La Desensibilización del Espectador
La psicología detrás del trash streaming es compleja y alarmante. Joaquim Limonero, catedrático de Psicología, explica que la audiencia se desensibiliza ante el sufrimiento ajeno, lo que genera una necesidad de contenido cada vez más extremo para captar su atención. Este fenómeno se ve amplificado por el anonimato que ofrece la pantalla, permitiendo que los espectadores se sientan distantes del sufrimiento que están presenciando.
La teoría de la «ventana rota» se aplica aquí: si una conducta extrema no es sancionada, es más probable que se repita y se intensifique. Esto crea un ciclo vicioso donde los creadores de contenido sienten la presión de llevar sus actos al límite para satisfacer a una audiencia que, a su vez, se vuelve más exigente. La mediación de la pantalla actúa como un filtro que distorsiona la percepción de la realidad, separando al espectador del creador y deshumanizando a ambos.
Los aspectos psicológicos también juegan un papel crucial. Algunas personas pueden tener tendencias sádicas o dificultades para gestionar sus emociones, lo que les lleva a normalizar conductas que, en un contexto diferente, serían consideradas inaceptables. Este fenómeno no solo afecta a los creadores, sino también a los espectadores, quienes pueden desarrollar una relación tóxica con el contenido que consumen.
### Kick: La Plataforma del Sufrimiento
Kick, una plataforma australiana que surgió en 2022, ha sido un catalizador para el trash streaming. Fundada por Ed Craven y Bijan Tehrani, cofundadores de Stake, un casino digital, Kick se ha posicionado como un espacio donde se permite la transmisión de contenido extremo que ha sido vetado en otras plataformas. Su modelo de negocio, que ofrece un reparto de ingresos más favorable para los creadores (95/5 frente al 70/30 de Twitch), ha atraído a muchos streamers dispuestos a arriesgar su integridad por dinero.
La falta de moderación en Kick ha permitido que el contenido violento y degradante florezca. Rafael Conde, docente e investigador, describe a Kick como la plataforma del «final del callejón», donde todo lo que no debería ser accesible para menores de 15 años se retransmite sin restricciones. Esto plantea serias preocupaciones sobre la exposición de los jóvenes a este tipo de contenido y la facilidad con la que pueden acceder a él.
Además, la falta de verificación de identidad para acceder a contenidos para adultos significa que cualquier menor puede fácilmente entrar en estas transmisiones. Esto no solo es un riesgo para la salud mental de los jóvenes, sino que también perpetúa un ciclo de desensibilización y normalización de la violencia y la humillación.
La pregunta que surge es si Kick está operando con un modelo de negocio sostenible o si está incurriendo en prácticas de dumping, ofreciendo servicios por debajo de su costo para atraer a más usuarios. Si este es el caso, podría estar violando leyes de competencia desleal, lo que añade otra capa de complejidad a la situación.
El trash streaming no es solo un fenómeno aislado; es un reflejo de una sociedad que, en su búsqueda de entretenimiento, está dispuesta a cruzar límites éticos y morales. La combinación de desensibilización, anonimato y la búsqueda de atención ha creado un caldo de cultivo para la explotación y la autodestrucción, tanto de los creadores como de los espectadores. En un mundo donde la conexión humana se ha vuelto cada vez más superficial, es crucial reflexionar sobre el tipo de entretenimiento que consumimos y las implicaciones que tiene para nuestra sociedad.